dimarts, de gener 10, 2006

Apunts d'art II


Primer manifiesto del surrealismo (1924), André Breton, Los manifiestos del surrealismo, Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1965, pp. 19-44
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André Breton (1896-1966), poeta y crítico francés, líder del movimiento surrealista, redacta el primer manifiesto en 1924.
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Una de las primeras ideas que se exponen en el texto es la importancia y fuerza de la imaginación. Sin embargo, el autor señala que el hombre en su vida cotidiana ha dejado de lado la imaginación, ya que su transcurrir diario va encaminado a obtener beneficios ya sea materiales o de otro tipo. El proceder del hombre está calculado a diferencia de los niños, cuya vida carece de rigor y donde la imaginación no tiene límites. En este aspecto, Breton considera que por ello los adultos añoran su infancia, ya que por muy mutilada que haya sido gracias a los cuidados de sus domadores, no por eso deja de parecerle llena de encantos.
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De esta forma, aquel adulto que no limita su imaginación es asociado, a menudo, con la locura. Breton encuentra a los “locos” como víctimas de una sociedad que los condena por hacer caso omiso de reglas y estatutos convencionales.
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El surrealismo fue en sus inicios un movimiento con inclinaciones literarias, de esta forma, a lo largo de este manifiesto se exponen opiniones sobre la novela, el realismo literario, escritores en específico, etc.
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En cuanto al realismo literario, entre los que menciona a Santo Tomás y Anatole France, lo considera mediocre, ya que considera que se enfoca sólo en una minuciosa observación que al fin y al cabo no aporta nada nuevo ni da lugar a una creación en la que se dé rienda suelta a la imaginación.
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Según Breton, la novela queda reducida muchas veces a un carácter puramente informativo. Cuando el escritor redacta una escena minuciosamente descrita, al lector no le queda otra opción que concordar con el autor, dejando a un lado sus interpretaciones y limitando su imaginación.
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Bretón afirma que se vive una época en la que la lógica impera, sin embargo, considera que esta se enfoca en resolver sólo problemas secundarios, dejando escapar los objetivos lógicos y primordiales. De acuerdo a esta ideología, cualquier pensamiento que se aleje de la razón habrá de ser tachado de quimérico y supersticioso.
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Freud, con sus amplios estudios sobre el sueño, demuestra que no todo tiene que depender de realidades concisas, y que una parte considerable de la actividad psíquica está constituida por los sueños.
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Breton considera que la “realidad” de la que somos parte cuando estamos despiertos no es de ninguna forma superior a lo que experimentamos mientras dormimos. La diferencia estriba en que cuando el hombre cesa de dormir, se convierte ante todo en juguete de su memoria.[1]
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Se mencionan en el manifiesto cuatro puntos respecto al sueño, en el primero, se reconoce que en el sueño se da una continuidad, sin embargo, la memoria realiza cortes y por ello creemos que tuvimos una sucesión de sueños y no sólo uno. Breton considera la posibilidad de que el sueño de la noche anterior tenga su continuación en la noche siguiente y así sucesivamente. En la segunda fase, se retoma una vez más el estado de vigilia. Me veo obligado a considerarlo un fenómeno de interferencia.[2] En la tercera fase el hombre se siente colmado con lo que ocurre en el sueño, se deja llevar sin cuestionarse nada. En el último punto Bretón expone el concepto de suprarrealidad, la cual está constituida por la mezcla del sueño con la realidad, formando así una realidad absoluta, considera que la fusión de estas se llevará a cabo en un futuro.
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El manifiesto finaliza exponiendo los significados del término surrealismo. Al encontrarse influido en gran medida por Freud, Breton junto con Soupault, designan con surrealismo al nuevo estilo de expresión artística que estaban gestando. La elección de este término es dado como un homenaje a Guillaume Apollinaire, ya que según Breton, nos pareció haberse entregado, en oportunidades a ejercicios de esa índole, sin sacrificar empero totalmente los recursos literarios triviales. [3]
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Para concluir, Breton ofrece un breve significado del término surrealismo, en el cual destaca que se trata de un dictado del pensamiento, con exclusión de todo control ejercido por la razón y al margen de cualquier preocupación estética o moral. [4]
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[1] Ibidem, p. 27.
[2] Ibidem, p. 28
[3] Ibidem, p. 39.
[4] Ibidem, p. 40.