dijous, de novembre 13, 2008

Trabajito escolar

Nos hicieron perder el tiempo escribiendo un ensayo como el que consigno abajo, pero bueno, supongo que lo puedo sherear con vosotros... enjoy

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Reproductibilidad técnica, aura y autenticidad.

Ensayo basado en Walter Benjamín y Cesare Brandi.

Característica de la modernidad es la reproductibilidad de la obra de arte, que permite su conocimiento, descontextualización y difusión hacia las masas. El producto artístico pierde así el aura que portaba desde antaño, que había obtenido, primero, como parte del ritual, ya fuera el religioso, y después, tras su contemplación como producto estético. Al mismo tiempo, acudimos a la formación de la teoría moderna sobre el modo de restaurar obras de arte, que constituye un esfuerzo por evitar, paliar y retrasar lo inevitable en cualquier objeto: su cambio, deterioro o destrucción. La característica principal de la obra de arte es su singularidad como producto único, originado por la conciencia humana y reconocida como valiosa por el colectivo. En la era de la reproductibilidad técnica de la obra artística, en la que todos podemos acceder, tener consigo o poseer la imagen de la obra que nos plazca, y cuyo registro fotográfico o la fílmico garantizan su inmortalidad, resulta imperativo que la pintura, escultura o edificio sea intervenido puesto que la restauración constituye el momento metodológico del reconocimiento de la obra de arte, en su consistencia física y en su doble polaridad estética e histórica, en orden a su transmisión al futuro.

Autenticidad

Inclusive en la mejor de las reproducciones, hay algo que queda fuera de su alcance y de lo cual es la obra de arte la única portadora: la autenticidad. Cada pieza artística cuenta con una historia singular y propia. Dicha historia contiene tanto los avatares de patrocinio, cambio de locación y modificaciones técnicas que ha padecido como las posturas teóricas que han perneado su interpretación.

En efecto, la restauración de la obra de arte debe responder y considerar dicha unicidad de la obra de arte, la consistencia física de la pieza debe tener prioridad, pues de esta manera se asegura la pretendida transmisión a futuro del bien artístico. La restauración, en este sentido, pretende garantizar en definitiva la percepción del arte en la conciencia humana. El reconocimiento y trabajo sobre una obra auténtica se dirige a conservar para el futuro la posibilidad de poder seguir reconociendo lo singular y particular de los bienes artísticos. La huella de unicidad de una pieza de arte, reconoce Benjamín, sólo puede ser reconocida después de un análisis químico o físico, un proceso científico. En cambio, la huella de las reproducciones no pueden ser sometidas a dicha metodología, más bien son el objeto de una tradición que podría ser reconstruida a partir del lugar en que se encuentra el original.

Lo auténtico conserva una suerte de autoridad ante los avatares del tiempo o la reproducción técnica, toda vez que la autenticidad es “la quintaesencia de todo lo que en ella, a partir de su origen, desde su permanencia material hasta su carácter histórico.” Uno de los principios de la restauración es que, al tratarse el arte de una creación única y singular, se debe intentar el restablecimiento de la unidad potencial de la obra de arte, “siempre que esto sea posible sin cometer una falsificación artística o una falsificación histórica, y sin borrar huella alguna del transcurso de la obra de arte a través del tiempo.”

Cualquier intervención en la obra de arte deberá realizarse sólo si se considera única, legítima e imperativa, y deberá apoyarse en una amplia de gama de recursos científicos que la obra consienta y requiera para conservarse como una imagen fija e irrepetible. Debe de imperar la tradición y el aquí y ahora de la obra, bases sobre las que descansa una tradición que ha llevado al objeto como valioso o digno de preservarse.

La reproducción técnica puede ser útil para mostrar cosas del original que se escapan a la simple vista, además puede hacerse servir para colocar la réplica del original en locaciones inalcanzables para el original, empero todo el ámbito de la reproductibilidad técnica escapa al ámbito de la autenticidad.

Benjamin llama aura a todos los rasgos que condicionan la idea de autenticidad. Dicha aura se marchita con la reproducción técnica y no es problema artístico, va más allá de él. Más bien es un proceso que separa al objeto de su tradición para lanzarlo a las manos de la aparición masiva, de la producción de imágenes a nivel general. Para el autor, semejante proceso lleva a la liquidación del valor tradicional de la herencia cultural.

Empero, Brandi propone a la restauración como una aliada ancilar a la conservación de la tradición de la obra de arte, si sus premisas se cubren, contribuye a la redignificación del objeto artístico, a regresar al aura del arte en tanto unidad y totalidad. Así pues, la obra de arte, extirpada de su aura, su pátina en la época de la reproductibilidad técnica, encuentra como amiga cercana y apologeta a la restauración, aunque, me pregunto si en la práctica la restauración ha fungido los altos supuestos de Brandi y, sobre todo, si no se ha vuelto otra aliada de la falsificación o de la desaparición del aura.