dissabte, de gener 01, 2005

Un poema para amores cohibidos, prohibidos o nomás ardidos

Detente sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo,
si al imán de tus gracias atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía,
que aunque dejas burlado el lazo estrecho,
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.


Una monja jerónima, ciudad de México, finales de los 1680.
Obtenido de la novela Los libros del deseo, de Antonio Rubial.