En 1809, un grupo de jóvenes artistas vieneses decidieron dar un giro importante a su arte y convocaron un regreso al espíritu medieval, o más bien, lo que ellos creían era tal espíritu. La explicación de tal hecho se ramifica en varias cosas. En primer lugar, durante la época cundía el ideario romántico, que en los países germanoparlantes era especialmente fuerte. Entre las propuestas de aquel momento estaba la de regresar a la autenticidad religiosa y sensibilidad visual de la Edad Media, periodo histórico idolatrado e idealizado por muchas mentes dieciochescas y decimonónicas. En segundo lugar, los muchachos reaccionaron agresivamente en contra de la cultura visual neoclásica, lo que llegó a ser un efectivo movimiento anti-clásico. Se propagó con éxito la postura del retorno a los valores primigenios del arte, o sea, que la creación artística debía tener un fin u objetivo moral y/o religioso, por encima del virtuosismo, nombradia y egoísmo que según algunos transmitían las academias estatales. Los mencionados artistas también rechazaron el modelo educativo de las instituciones, y para sustentar su crítica promovían un regreso a la supuesta intimidad y personalizada formación del modelo gremial de siglos atrás.
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Para lograr sus fines, los seis artistas que al principio se adscribieron a los citados repertorios ideológicos, se dieron cuenta que debían asumir una estilo de vida más bien radical y que fuese el reflejo de sus valores, lo cual dio como resultado la creación de una hermandad de carácter semi monástico, la Congregación de San Lucas. Los miembros originales de la cofradía fueron Friedrich Johann Overbeck, líder del grupo, Franz Pforr, Ludwig Vogel, Johan Honrad Hottinger, todos de Viena, a los que después se unieron los alemanes Peter von Cornelius y Wilhelm von Schadow.
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Los congregados emigraron a roma en 1810 para establecerse en el abandonado edificio del convento de San Isidro, en el Monte Pincino. El lugar era el idóneo para sus llevar a cabo sus normas de inspiración monacal y a la práctica un arte ligado a su trasfondo ideológico. Después de echar a andar su proyecto, los artistas se hicieron llamar "hermanos de San Isidro". Los romanos, sin embargo, popularizaron el epíteto de nazarenos, en virtud de que los cofrades portaban el cabello largo y peinado de raya en medio, además de túnica, como en las procesiones. Fue bajo el antedicho apelativo que trascendieron en la historia del arte.
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El arte de los nazarenos se caracteriza por enfatizar los motivos religiosos. Se observa una exaltación de la espiritualidad y la indagación en los modelos medievales. Hay autores que observan una impronta de carácter nacionalista germánico en sus obras, ya que los artistas encomiaban la factura pictórica de los tiempos en los que se consolidó en Sacro Imperio Romano Germánico.
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Por medio de la citada temática de sus cuadros, la Congregación de San Lucas pretendía revitalizar el arte cristiano, que a pesar de la propagación del laicismo de la Ilustración, aún tenía aceptación en la tradición popular alemana. Formalmente, la producción de los nazarenos es de talante naturalista, preciosista (gusto por el detalle) y cromáticamente anacrónica, o sea, trata de imitar la paleta de los siglos XIV y XV. A pesar de su apego a los citados siglos, los nazarenos también manifestaron admiración por la obra de Alberto Durero, el Perugino y la obra de juventud de Rafael.
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Los miembros del grupo, más que tener una unidad estilística, compartieron las mismas inquietudes en tanto el contenido de sus pinturas. Es claro que admiraban artistas selectos del Renacimiento, y gustaban particularmente de la piezas realizadas por los frailes-artistas de aquella época.
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La razón por la que se dieron a conocer internacionalmente, fue que recibieron la comisión de realizar frescos en dos locaciones especiales: la Casa Bartholdy (1819-17) y el Cassino Massimo (1817-29), ambas en Roma. El grupo se disolvió al terminar las pinturas de la segunda comisión. Overbeck fue el único que no regresó a su país.
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Si bien en el siglo XX la estética de los nazarenos cesó de ser encomiada, como lo fue en el siglo anterior, tanto la producción artística como el estilo de vida nazarenos han sido objeto de múltiples estudios, básicamente por representar una postura anacronizante en el arte del siglo XIX, al mismo tiempo, la congregación arriba comentada tuvo un efecto ideológico importante e influencia en otro movimiento romántico de hace dos siglos: los prerrafaelistas.
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Friedrich Overbeck, La Adoración de los Magos, 1813, óleo sobre tela.
Friedrich Overbeck, Italia y Germania, 1815-28, óleo sobre tela.
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