dimecres, de juliol 28, 2010

Valente Arellano

Hará 26 años que conocí a un joven, malogrado torero de nombre Valente Arellano, que falleció en agosto de 1984 a los veinte años de edad. Lo conocí en la Feria de San Marcos de Aguascalientes, yo tenía 7 años, supongo. ¿Por qué escribo de una persona a la que vi tal vez 2 ó 3 veces hace tantos años? La razón es que ese efímero contacto dejó un recuerdo indeleble en mi memoria. Y cada tres, cuatro, cinco años sueño, recuerdo esos días y me cuesta mucho trabajo volver a conciliar el sueño. En 1984 mi padrastro trabaja para el diario "Ovaciones" de la ciudad de México. Decidió llevarme a Aguascalientes a la citada fiesta, en la que, según mis recuerdos, cubriría la intervención de un joven torero, Valente Arellano. He de decir que es una de las pocas memorias felices que me quedan de mi padrastro, que recién murió en 2010 tras una penosa convalecencia de tres años. Es un recuerdo de cuando fuimos familia, cuando lo quería. En algún momento me llevó a la plaza, no sé, da lo mismo, y me presentó a una serie de adultos, entre ellos Arellano. Presencié cómo ayudaban a vestir al joven en su traje de luces, también recuerdo que me mostró su capote, que recuerdo me hizo sentir temor. Valente me preguntó, no sé si en realidad preguntó él, pero alguien lo hizo, "Marco, ¿te gusta?" a lo que contesté, "más o menos". ¿Qué podía decir un niño de tal edad? Recuerdo muy bien que fuimos a la corrida, que incluso me saludó desde el ruedo. Después volamos a Torreón en una avioneta, trayecto que fue terrible. En aquella población, en la que después residiría durante varios años, volvimos a ver una corrida. Nunca más volví a ver a Valente Arellano. Una mañana mi madre me dijo, "¿te acuerdas de Valente?, desgraciadamente murió". Ella y su esposo se trasladaron al sepelio, y a su regreso contaron todo al respecto a mi familia. Yo estaba allí y me provocó una gran angustia, muchísimo miedo. Nadie me explicó con claridad lo que había sucedido. Tampoco nadie se había dado cuenta que seguía atento los artículos y las fotografías que salían en Ovaciones o en el Esto de Valente Arellano. Creo que sentía mucho impacto por su presencia, había algo en ese joven que había impactado sobremanera a ese niño que era yo. Al paso del tiempo desarrollé una fuerte aversión a los toros. Cada corrida, cada personaje me recordaba a Valente, lo cual me provocaba malestar, miedo ante los toros. Y después, los sueños-recuerdo. Otra vez me veía en Aguascalientes, en la plaza, en la avioneta a Torreón, en Torreón... Encuentro sorprendente cómo después de tantísimos años continuo revisitando el recuerdo. Pequeñas, efímeras cosas que se quedan profundamente grabadas en la memoria.