Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso
1998.
INTRODUCCIÓN
El Antiguo Colegio de San Yldefonso
es en nuestra opinión uno de los ejemplos más interesantes en el marco de la
historia de la ciudad de México. El edificio tiene valor tanto en lo artístico
como en lo histórico. En el ámbito de lo artístico porque muestra la forma en
que se construía en el siglo XVIII, dentro del contexto del modus vivendi
barroco, y después en el siglo XX con la presencia de la manifestación
artística inspirada en la revolución mexicana y el nacionalismo: la pintura
mural. Históricamente ha sido sede de dos instituciones de primera importancia
para la formación de dos entes distintos en el tiempo: en la Nueva España,
donde San Yldefonso tenía como colegio el más alto prestigio, y en la época
contemporánea la Escuela Nacional Preparatoria, durante mucho tiempo centro
neurálgico de la educación preuniversitaria. En la actualidad el edificio es un
museo dedicado a montar exposiciones de gran envergadura.
MARCO HISTÓRICO
Siglo XVI
Hacia 1570 se estableció en el Nuevo
Mundo la Compañía de Jesús, que bajo órdenes de Francisco de Borja mudó
religiosos a estas tierras para emprender su cometido. Los jesuitas, como
tradicionalmente se les conoce, llegaron a México en una época crítica y
sombría. Durante el último tercio la situación de la Nueva España mostraba a
una población indígena que enfrentaba una fuerte contracción demográfica; las
epidemias se constituyen como el enemigo más fuerte de la época, la mano de
obra se ve disminuida y esto afecta a la economía colonial. La encomienda,
forma de organización económica llevada puesta en práctica en el Caribe y
después adaptada a México, fracasa debido a su inviabilidad económica y
política.
Por las mismas fechas el clero le
pone finalmente un alto a los grandes privilegios que hasta entonces gozaban
las órdenes mendicantes en la Nueva España: agustinos, dominicos y
franciscanos. Las órdenes religiosas habían sido las encargadas de la
evangelización de los pueblos indígenas, además que gozaban del privilegio de
administrar los sacramentos y poseer grandes posesiones. La secularización de
las órdenes tuvo como resultado la sujeción de los regulares en tanto a la
administración de los sacramentos como en la de los templos de culto. La
evangelización fracasa ya que hacia el final del siglo XVI ya no había pueblos
que evangelizar, además que gran parte de la población que había recibido la
formación cristiana había muerto.
En tanto al arte, la expresión de
este momento de crisis es el manierismo,
una consecuente manifestación del arte del Renacimiento, una forma artística de
carácter internacional, sujeto primero a cánones y reglas cuya fuente eran los
resultados obtenidos de los estudios italianos, y que posteriormente afectó con
expresividad las formas para encontrar un desarrollo particular. La Nueva
España adoptó este manierismo puesto que deseaba sentirse a la par de lo que
sucedía en Europa.
La mayoría de las fuentes coinciden
en señalar la construcción del edificio en dos momentos: la primera a partir de
finales del siglo XVI, y la segunda y definitiva entre 1712 y 1740, sin embargo
estas dos etapas no son del todo tajantes, ya que el inmueble ha sufrido
numerosas modificaciones a lo largo del tiempo.
Siglos XVII – XVIII
La gran bonanza de la Nueva España,
y en especial la envidiable posición económica de la Compañía de Jesús hicieron
posible la edificación de grandes inmuebles, como los distintos colegios e
iglesias de la ciudad de México, o el colegio de Tepotzotlán. Superada la época
crítica a partir de 1630, la economía comienza a expandirse, puesto que se ha
consolidado la Hacienda, forma de explotación económica que tenía como origen
los restos de la encomienda. Los corregimientos que habían surgido a partir de
ésta fueron es su gran parte vendidos a particulares, quienes formaron grandes
propiedades dedicadas a algún tipo especializado de producción, ya sea la
producción ganadera, pulquera, la agricultura, etc. La iglesia misma participa
de la economía de la hacienda, poseyendo muchas de ellas. Los indígenas
alquilaban sus servicios y se endeudaban de manera sorprendente, por lo que
tenía que permanecer en aquellas localidades. Otro campo importante de la
economía era la explotación minera, realizada más bien en la zona norte y que
tiene como uno de sus resultados naturales la creación de inmensas fortunas , y
cuyos propietarios gustaban de mostrar a través –entre otras cosas– mediante el
financiamiento de obras piadosas. Todo esto provoca un autoconsumo muy amplio
que hace económicamente dinámica a la Nueva España.
A partir de 1749 y siglo XIX
Durante dos siglos, la Compañía de
Jesús había logrado acumular un gran poder económico y social, al ser una orden
completamente autosuficiente se manejaba independientemente en sus asuntos
internos y negocios, además contaba con un rasgo muy distintivo: de acuerdo a
sus constituciones, la compañía debía fidelidad únicamente al Papa, por lo que
los asuntos o controversias religiosas dentro del contexto del clero regular en
ocasiones le resultaban ajenos. El advenimiento del siglo XVIII trajo consigo
una serie de problemas para la compañía, una cantidad significativa de intrigas
y calumnias se sucedieron alrededor de los jesuitas, especialmente en la
Península Ibérica, por ejemplo, se decía que habían sido ellos quienes gestaron
conspiraciones diversas para asesinar a los reyes tanto de Francia, como de
Portugal. Por el poder e influencia en los más altos estratos de la sociedad
que tenían los jesuitas, daba la impresión a ciertos sectores del Estado que tenían
su propia “agenda” nacional, como si fueran un estado dentro de un estado.
A la llegada de la monarquía
borbónica hacia 1700, pronto comenzó una fuerte reforma en los territorios
españoles, en las cuestiones económicas se implantaron métodos más efectivos de
recaudación de impuestos y gravámenes varios, se abrieron academias y escuelas
para enseñar a los locales mejores métodos de explotación económica, asimismo
los borbones se percataron de la incalculable fortuna que en bienes y
circulante poseía la Iglesia, y tomaron la decisión de adueñarse de muchos de
estos bienes, aunque en este siglo se toparon con la oposición general de la
Iglesia, misma que no estaba dispuesta a ceder ante las presiones reales,
entonces el clero regular y gran parte del clero secular lograron imponerse
ante el empuje de las reformas borbónicas, el status sui géneris de la compañía
de Jesús, mismo que le había dado estabilidad y poder en siglos anteriores, le
hizo vulnerable ante los objetivos de la casa de Borbón.
Las ideas educativas de los jesuitas
no convencían a los monarcas españoles, ya que de acuerdo con las mismas, cuya
fuente residía en Luis Vives, el poder finalmente le pertenecía al pueblo y
este lo tenía que ejercer; de esta manera la combinación de factores se tornó
tensa, y Carlos III ordenó su expulsión de los territorios de la corona
española. La causa oficialmente dada por el monarca fue traición a la corona.
Todos los bienes de la Compañía pasaron a la corona en calidad de secuestro, y
posteriormente fueron utilizados o vendidos en beneficio de la corona.
Los jesuitas pasaron muchos
sinsabores durante el resto del siglo XVIII, culminando en la disolución de la
Orden, misma que fue revocada algún tiempo después. La compañía regresó a la
Nueva España en 1815, más no logró rehacerse de todas sus históricas
posesiones.
La independencia y las ideas
manejadas en el siglo XIX hicieron que la sociedad se dividiera y luchara en
los grupos antagónicos de los conservadores y los liberales. Durante la
intervención francesa Maximiliano hizo del edificio del antiguo colegio una
institución educativa con carácter “imperial”, antes había definitivamente
echado fuera a los últimos jesuitas que había en el edificio. Al caer el
gobierno intervencionista las instalaciones quedaron en el limbo, más en 1867
se publicó la ley orgánica de educación pública, en la cual Benito Juárez
declaró la creación de una escuela nacional preparatoria. Gabino Barreda fue
quien originalmente le dio la idea.
EL EDIFICIO
San Ildefonso fue originalmente un
santo toledano del siglo VI, fungió como obispo y arzobispo. Como
característica particular tiene el hecho de ser un ardiente defensor del culto
a la Virgen, que en aquel contexto había sido seriamente atacado por
pensamiento heréticos. De acuerdo con la tradición, al momento de ser ataviado
con los atributos propios de la dignidad obispal, María bajó del cielo y le
impuso la casulla ella misma. Siglos después los jesuitas, como orden
contrarreformista defensora de los dogmas de la Iglesia, tomaron al santo
dentro de sus devociones internas. Debemos recalcar que los primeros jesuitas
que arribaron a México tenían como origen Toledo, por lo que no resulta difícil
establecer la conexión entre el nombre del Colegio, y aquellos que concibieron
su existencia.
No se ha encontrado documentación en
la cual se manifiesten los nombres de aquellos que se encargaron de la
concepción o planeación de ninguna de las etapas constructivas del edificio.
Pese a los esfuerzos de varios investigadores, el tratar de definir al autor de
San Ildefonso es una labor que cae en la conjetura, e historiográficamente no
ha tenido aceptación.
En el siglo XVIII el creciente
número de estudiantes y el aumento en las tareas del colegio hicieron necesaria
la reedificación del colegio, misma que se realizó en el terreno que desde
finales del siglo XVI había pertenecido a la Compañía. El nuevo edificio fue
realizado siguiendo muy probablemente las directrices o la forma del edificio
anterior muy probablemente de inspiración manierista.
Presenta un trazo unitario con
dirección oriente-poniente. Construido en tres áreas, dos correspondientes al
siglo XVIII, y una última en el XX. La construcción presenta plantas
octogonales, mismas que van de lo cuadrado a lo rectangular, organizándose
alrededor de sus tres patios: chico, de pasantes y grande, nombres que evocan a
los colegios distintos según la categoría de los estudiantes. El material
utilizado fue la cantera de Chiluca, recubierta con tezontleen el exterior, lo
cual lo pone al colegio en sintonía con la idea cromática de la ciudad de
México de entonces. Otros materiales presentes en la edificación son la piedra,
la madera y el hierro forjado.
Tiene dos fachadas, la más antigua
que da originalmente a la calle conocida como San Ildefonso, y la segunda,
moderna, realizada sobre la calle de Justo Sierra. La portada que accede al
patio de pasantes se basa en un trazo reticular que tiene como idea central El patrocinio del señor José a la Compañía
de Jesús. La cantería está dedicada a la Virgen del Rosario. Asimismo se
sugiere el uso de estípites en la composición, sin embargo, el elemento que
observamos en San Ildefonso carece de estipo, por lo que es posible argumentar
que el realizador de la portada únicamente interpretó la forma, mas no la quiso
representar.
En la otra portada, accediendo al
colegio mayor se advierte la utilización del motivo la Imposición de la casulla a San Yldefonso, a manera de relieve, y además
aparece el escudo de Castilla y León. Los patios se construyeron utilizando
pilares de sección cuadrada, como ya se djo, el colegio se organiza alrededor
de sus patios. El Colegio Grande se localiza en el patio que le da nombre, se
encuentra rodeado por arcadas, en el centro contaba con árboles frutales y una
fuente, Durante la restauración ha sido dotado de nuevo d tales elementos. En
el colegio grande se ubica el salón Generalito, que ocupa dos niveles y tiene
una bóveda de arista.
Desafortunadamente se conoce muy
poco acerca de la manera en que estaban organizadas las distintas dependencias
del antiguo colegio, mucho a cambiado el edificio en su interior y esto
inhabilita el determinar o tratar de saber en que parte se localizaba cual
dependencia
El Anexo se edificó en un área de
construcciones menores o baldíos. La construcción corrió a cargo del arquitecto
Samuel Chávez que realizó el anfiteatro Simón Bolívar utilizando ya materiales
modernos tales como el acero y el concreto. La primera parte, el Anfiteatro
Simón Bolivar se terminó en 1911, y la segunda sección, la zona de oficinas en
1931. El arquitecto encargado del Anfiteatro fue Samuel Chávez, mientras que el
segundo proyecto, basado en un diseño de Chávez, fue realizado por Pablo Flores
La restauración más importante del
museo ocurrió en 1992, y estuvo a cargo de Ricardo Legorreta. Uno de los
objetivos de la restauración consistía en eliminar elementos que no iban de
acuerdo con el estilo en general del edificio, así pues, el piso fue
radicalmente trasformado, otrora mostraba azulejos en todo el edificio, mismos
que fueron retirados por entero y se estandarizó con un suelo rojo, totalmente
nuevo.
Los techos también sufrieron
modificaciones relevantes. Hasta antes de la restauración se observaban toda
una serie de viguerías y techos abovedados en los tres niveles, mismos que
fueron retirados para permitir ver al edifico con sus originales techos planos.
LA IMPORTANCIA DEL COLEGIO COMO
INSTITUCIÓN EDUCATIVA
La época colonial – El colegio más importante de la ciudad
de México
La Compañía de Jesús pensaba que
después de que educara a los más altos estratos de la sociedad, los mismos después
se encargarían de hacer lo mismo para con los estratos menos privilegiados.
Desarrollaron lo que fue con mucha seguridad el más adelantado método educativo
en el mundo hispánico, puesto que enfatizaban el aprendizaje mediante el
análisis individual y la opinión propia, lo que se llamó ratio studiorum. San Ildefonso no fue un colegio estrictamente tal
y como entendemos tal palabra en nuestros días, era una enorme construcción
donde se proveían las condiciones para que los alumnos tuvieran una firme formación
tanto intelectual como religiosa, los alumnos de los distintos colegios
jesuitas vivían en su interior y tomaban parte de cursos complementarios y
grupos de estudio.
El pertenecer al Colegio era de gran
prestigio, puesto que los requisitos de admisión eran harto estrictos; los
estudiantes debían pertenecer a familias católicas de varias generaciones,
comprobar que se trataban de una buena familia (corroborado por testigos), y lo
más importante, comprobar su pureza de sangre. No se admitía ningún tipo de
casta o gente de orígenes inciertos.
Una vez admitido, a los diez o doce
años, el estudiante era inmerso en un mundo profundamente enfocado y
concentrado. El reglamento exigía la observación de severas reglas en lo que se
refiere a los horarios de estudio, comidas y diversiones, la observancia
religiosa era total, ya que como orden contrarreformista, la Compañía de Jesús
buscaba asegurar que de entre los grupos sociales más poderosos surgiera una
profunda lealtad a la institución eclesiástica. El acceso al colegio era
entonces estrictamente limitado y constituía un motivo de gran orgullo el
pertenecer a él.
ÉPOCA DE LA EXPULSIÓN Y LA
INDEPENDENCIA – EL LIMBO
En agosto de 1769 llegó el decreto
real expulsando a los jesuitas. La orden fue cumplida cabal y eficientemente.
Los jesuitas partieron hacia Veracruz únicamente portando el dinero que les
perteneciera individualmente y con las posesiones personales más básicas. Se
les prohibió irse con dinero producto de la explotación económica, sin ningún ejemplar
de ninguna biblioteca y sin ningún objeto devocional.
La expulsión causó estupefacción en
la sociedad novohispana, puesto que los jesuitas habían sido altamente
efectivos en su contacto con la sociedad, hubieron disturbios públicos pero
estos fueron efectivamente sofocados. Al salir los jesuitas y los estudiantes
entró el regimiento militar llamado Ejército de Flandes, mismo que realizó el
primer despojo al inmueble, destruyendo la vasta biblioteca, además de otras
dependencias.
Varios notables exalumnos intentaron
reorganizar el edificio convirtiéndolo en una institución educativa, más la
idea chocaba siempre con los intereses del virrey en turno, entonces durante el
resto de la época nacional, el edificio permaneció entre asiento militar y
escuela de distintos tipos.
La independencia trajo consigo más
confusión en el inmueble, los jesuitas regresaron en 1815 y les fue devuelto el
inmueble, sin embargo, tuvieron que salir otras veces de acuerdo con las
órdenes de los gobernantes en turno. San Ildefonso albergó un seminario, una
escuela de jurisprudencia, una academia militar, un colegio imperial, entre
otras funciones. El interior sufrió incontables modificaciones según lo
requiriera la situación. La biblioteca se perdió inmediatamente después de la expulsión,
y la dependencia más rica del inmueble, la Capilla con su sacristía, se perdió
durante la época de Reforma. Las fuentes afirman que correspondía a un barroco
muy rico, y que contaba con imágenes en oro y plata, mas todo se perdió.
La Escuela Nacional Preparatoria –
El modelo educativo liberal
El lema de la
nueva escuela era ‘Amor, Orden y Progreso’, con la institución de la ENP,
también se implanta de manera institucional el positivismo en México. Su lema era el mismo que el del colegio,
nada más que en lugar de la palabra ‘amor’ se utilizaba ‘ley’. La nueva
ideología tuvo un impacto muy fuerte en la república restaurada, siguiendo la
lógica del momento, todo residuo de la etapa virreinal era sujeta a destrucción
puesto que representaba el modelo de inferioridad en lo que se refiere a la
premisa básica del positivismo: las naciones tienen un origen donde el
pensamiento esta dominado por lo mítico, posteriormente evolucionan haciéndose más compleja su organización, pero aun con
la presencia de lo religioso, y finalmente se liberan de aquel lastre para que
ahora con una mentalidad desarrollada las naciones avancen hacia el progreso
mediante los atributos de la razón y la lógica.
El inmueble que alguna vez ocupó San
Ildefonso, al igual que toda obra colonial, no fue apreciado como una obra
histórica, mucho menos artística, sino que sus dimensiones y situación hicieron
posible que sobreviviera, puesto que era útil para albergar la nueva zona de
estudios del país. Nuevamente sufrió numerosas adaptaciones siguiendo el tipo
de educación cientificista que Gabino Barreda tenía planeada para el país. Se
construyeron laboratorios, aulas e incluso un pequeño zoológico, entre otros.
SIGLO XX – VENTANA DEL NACIONALISMO
POSREVOLUCIONARIO
Hacia la década de los veinte se
creó una nueva secretaría de gobierno cuyo objetivo principal era el de
encargarse de garantizar a todos los mexicanos acceso a la educación. El primer
secretario fue José Vasconcelos, quien tenía ideas de vanguardia en tanto al
programa educativo a seguir y en tanto la aplicación del mismo.
Tuvo la idea de reclutar a jóvenes
artistas, algunos de los cuales habían estudiado y trabajado con becas en
Europa, para que pintaran los muros de los edificios de las distintas
dependencias del gobierno. Su objetivo era que plasmaran la historia de México
para que así todo el pueblo pudiera verla y apreciarla. En aquel momento no
existía realmente un corpus general de la historia del país, apenas se
comenzaría a escribir, y los artistas serían algunos de sus autores. Así, se invitó
–entre otros- a los jóvenes Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro
Siqueiros. La Escuela Nacional Preparatoria se convirtió en escenario de
controversias, debido a que los murales, que en un primer momento, 1922-23
habían provocado gusto, posteriormente enfrentaron severas críticas y ataques
por parte de distintos estratos sociales hacia 1926.
Diego Rivera se encargó
del mural llamado “La creación”, que es una obra más bien de temática
metafísica y esotérica, muy celebrado en su tiempo muestra a un Rivera todavía
muy joven. Siqueiros experimentó con distintas técnicas temas que tienen que
ver con el avance de la civilización occidental, desafortunadamente, sus
experimentos han tenido como consecuencia que su obra se encuentre
profundamente dañada. Orozco fue el artista que pintó con mayor prolijidad,
abarcando los tres pisos del colegio mayor y las escaleras. En un primer
momento pintó temas de corte metafísico y esotérico, para posteriormente
dedicarse a elaborar una temática de dura crítica a todos los estratos de la
sociedad, e incluso a la Revolución Mexicana.
No ha sido sino hasta la década de
los noventa que el Colegio ha sido estudiado con detalle, la bibliografía
anterior al estudio de Vargas Lugo y la restauración del edificio corresponde a
los años cuarenta.
CONCLUSIONES
Creo que San Ildefonso ilustra
ampliamente las distintas corrientes ideológicas de la ciudad de México, una
gran parte del edificio es del siglo XVIII, más ya no es el edificio que los
jesuitas construyeron y vieron, tampoco es la Escuela Nacional Preparatoria que
miles de estudiantes frecuentaron, y ahora como museo cambia repetidamente para
albergar las más diversas exposiciones. Es un edificio cuya historia se
confronta dentro de sus propias paredes, el lujo y ensoñación de la época
barroca, pero también vemos la devastación ocurrida contra los jesuitas, y
posteriormente contra lo virreinal. Posteriormente vemos el triunfo de los
liberales y su ideal educativo, para después ser confrontados por el muralismo
y su ácida crítica al sistema heredado de la Revolución mexicana. Son pocos los
edificios en la ciudad de México que han atravesado etapas tan críticas y que
aun logren mantener su lustre como San Ildefonso.
Cronología
1572 Arribo de la
Compañía de Jesús a la Nueva España
1573 Fundación del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo
ca. 1574-75 Fundación de los
seminarios de San Miguel, San Bernardo y San
Gregorio
ca. 1588 Fusión de varios de
los colegios jesuitas
1611 El colegio de San
Yldefonso ya existe como tal
1612
Cédula real de Felipe III, señor
patrón universal y perpetuo del
Real y más Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo y
San Yldefonso
1618 Inauguración
oficial del colegio
1712-40 Reedificación del
colegio
1767
Expulsión de la Compañía de Jesús de
los territorios de la corona
española, el colegio es ocupado temporalmente por el
Ejército de Flandes, durante el resto del siglo XVIII tiene el edificio
funciones dispersas
1820-65
Los jesuitas entran y salen del
colegio en varias ocasiones, el
edificio hace las veces de escuela de distintas
disciplinas
1867 Fundación por
decreto de la Escuela Nacional Preparatoria
1982 Cierre de la ENP,
el edificio se convierte en oficinas de la UNAM
1993 Creación del Museo
del Antiguo Colegio de San Ildefonso
BIBLIOGRAFÍA
A.a.V.v., Guía de murales del Antiguo Colegio de San Ildefonso, UNAM, México,
1994, 104 pp.
Lira, Andrés
y Muro, Luis, “El siglo de la integración”, en Historia General de México, tomo II, El
Colegio de México, México, 1976, pp. 83-106.
Manrique,
Jorge, “Ambigüedad histórica del arte mexicano”, en Memorias de la Academia Mexicana de
Historia, tomo XXX, Academia Mexicana de la Historia, México, 1978, pp.
109-27.
Vargas Lugo,
Elisa, coordinadora, Antiguo
Colegio de San Ildefonso, Nacional Financiera, México, 1997, 167 pp.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada