dimarts, de setembre 27, 2016

Colección de apuntes 4

Apunte 4.
Instrumentos musicales mesoamericanos.
1998.

LOS INSTRUMENTOS MUSICALES O ARTEFACTOS SONOROS PREHISPÁNICOS


Existen diversas fuentes para estudiar la historia de los instrumentos musicales de la época precortesiana: las arqueológicas, constituidas por los artefactos encontrados en sitio, los pertenecientes a colecciones de particulares y aquellos pertenecientes a las diversas instituciones dedicadas a la arqueología, la historia y la etnología. También se puede recurrir a las fuentes escritas desde los documentos de la Conquista, y los distintos estudios que se han hecho a partir de la combinación de las fuentes arqueológicas y documentales. Existen aún las fuentes etnológicas, ya que ha habido supervivencias de elementos que las etnias siguen utilizando en nuestros días.


De acuerdo con lo escrito por Bernardino de Sahagún, existían en el mundo prehispánico maestros de música y de canto, lo mismo que compositores. Los autores consultados mencionan que la técnica que utilizaban los antiguos mexicanos es vista como “primitiva”, teniendo como referencia la visión moderna y occidental de la música. Están de acuerdo al mencionar que la manifestación musical de aquellas gentes no eran producciones espontáneas y desordenadas, sino que tenían sus cánones propiamente definidos y que había aprendizaje de las maneras adecuadas de hacer música.


Al igual que en la música de otras culturas del mundo, al hablar de la música precortesiana se pueden considerar tres aspectos: el religioso, (expresión del alma) más serio, que en mayor parte derivaba en el canto; el expresivo de los sentimientos, en el cual el ritmo se hacía más notable; y aquel que se manifestaba en las fiestas populares, que se refiere al bullicio y los entusiasmos colectivos, que podía llevar a un ritmo más frenético y derivaría en la danza.


Clasificación de los artefactos musicales en Mesoamerica.


El método de clasificación aceptado de manera universal para los instrumentos musicales, es aquel derivado del propuesto por los alemanes Erich M. von Hornbostel y Curt Sachs. La nomenclatura tradicional conservatoriana clasifica en general a los instrumentos musicales en cinco grandes grupos: idiófonos, membranófonos, aerófonos, electrófonos y cordófonos, o sea, instrumentos de viento, percusión y de cuerdas, además de aquellos que no pertenezcan a alguna clasificación específica.



En el mundo prehispánico se conocieron los aerófonos, idiófonos y membranófonos; no hay evidencia que hayan utilizado artefactos de cuerda o cordófonos propiamente dichos; no se han visto representaciones de tales instrumentos en la pintura, escultura o cerámica, además de que las fuentes documentales no hacen alusión alguna a instrumentos de cuerda. Se menciona que no se sabe nada acerca de los acordes y cadencias que manejaban los antiguos músicos mesoamericanos, aunque si se conoce el tipo de melodía y ritmo que manejaban.


Instrumentos musicales y/o artefactos sonoros.


La mayoría de los autores considera a los objetos mesoamericanos que emitían ruido como instrumentos musicales, (Samuel Martí, Gabriel Saldívar, entre otros.) sin embargo hay otros investigadores como Jorge Dájer, investigador etnomusical, que considera que eran más artefactos sonoros, ya que plantea que los prehispánicos no contemplaban de la misma manera la audición como en Europa, o sea hacer música para un auditorio, o música orientada a ser una experiencia estética, como al escuchar un concierto. Todos los autores afirman que la práctica musical estaba más bien destinada a ser ofrenda para las deidades, que en la mayoría de los casos se utilizaba la música en rituales o ceremonias, en fiestas populares (obviamente religiosas), o durante actos de magia o chamanismo. Se hace alusión que los ejecutantes recibían severos castigos si cometían algún error al tocar.


Instrumentos comúnmente identificados dentro de la clasificación mesoamericana.


Idiófonos de percusión. Hechos con materiales naturalmente sonoros que son golpeados, como bules, caparazones, madera, piedra, metal, etcétera. Ejemplo: panhuehuetl, teponaztli, tecomopiloa.


Idiófonos de agitación o sonajas. Compuestos por un cuerpo hueco, que bien puede o no tener mango. Encierra algunos corpúsculos, como piedras pequeñas, fragmentos de barro.


Idiófonos de rodamiento. Cilindros o esferas que llevan dentro materiales que suenan al rodar. Algunas sonajas pertenecen a esta clasificación.




Idiófonos de deslizamiento. Se conforman por cuerpos alargados en cuyo interior se encuentran una serie de corpúsculos que suenan al resbalar por las paredes del artefacto al ser este inclinado. Este tipo de sonaja era común entre los aztecas. Ejemplo: chicahuaztli.


Idiófonos de agitación. Se dividen en dos grupos: los primeros consisten en una serie de partes sonoras de pequeño tamaño dispuestas en manojos o hileras colgantes de algún tipo de cinturón. Chocan al ser sacudidos y emiten sonido. Se les llaman también sonajeros. Ejemplo: ayacachicauaztli. A los segundos se les llaman cascabeles, compuestos por diversos materiales, tales como barro o metal, que presentan hemisferios delimitados por una ranura cuyo largo no llega a separarlos y cuyo ancho es menor que el tamaño de un corpúsculo suelto en su interior, mismo que se agita para que suene.


Idiófonos de frotación. También se les llaman raspadores, o güiros. Se conforman por cuerpos largos y generalmente angostos, sobre las que se repasa otro cuerpo pequeño y duro, como palillo, con más o menos velocidad y presión. Ejemplo: raspadores de hechos con fémur humano.


Membranófonos de percusión o tambores. Cilindros abiertos hechos de madera o barro, la cual era tapada con una piel tensa. Algunos se tocaban en posición sedente y otros de pie. Hubo modelos que se colocaban entre las piernas o bajo el brazo. La membrana era atada, pegada o clavada, de acuerdo a su material. Ejemplos: Huehuetl.


Pequeños aerófonos. Estos artefactos se caracterizan porque el ruido que producen no es suficiente para producir una escalas. Su sonido es producido por el aire. Ejemplos: compresores, zumbadores, morfófonos y silbatos.


Silbatos (sencillos ó dobles). Artefactos muy simples que tienen dos orificios: uno para soplar y otro por donde se emite el ruido.  Los dobles son aquellos que pueden emitir dos sonidos simultáneos, tienen una boquilla bifurcada o bien dos boquillas separadas.



Flautas (simples, curvas, dobles).  Conformadas por un tubo (o dos en el caso de las dobles), con una serie de aperturas que en el momento de soplar emiten un sonido, de acuerdo con la posición de los dígitos.


Grandes aerófonos (ocarinas simples o dobles). Las ocarinas suelen ser confundidas con flautas, la diferencia principal entre ambas es que la ocarina comienza desde cuatro sonidos producidos por tres obturadores (aberturas que son tapadas con los dígitos), aunque hay excepciones.


Trompas ó caracoles y trompetas. El caracol marino provee un instrumento natural, ya que tiene un agujero o se le puede crear uno, que sirve de apoyo para la boca. Al soplarlo fuertemente se obtienen hasta dos potentes sonidos, o tres en casos expecionales.


INSTRUMENTOS DE PERCUSION


Ayacachicauaztli. Este instrumento consistía en una tabla de palma tan gruesa como la palma de una mano, su longitud variaba de acuerdo al ejecutante. En sus trechos iban colocadas una sonajas formadas por pequeños trozos de madera enrollada y atados dentro de la misma tabla, de tal manera que al darle movimiento chocaban unos con otros y producían el sonido.


Chicahuaztli. Este instrumento tenía forma de báculo. Se fabricaba con bambú o madera; llevaba colocado cascabeles y se insertaban pequeñas piedras a lo largo de la caña.


Huehuetl. Artefacto musical fabricado mediante el ahuecamiento de un tronco de árbol. Su nombre significa “grande”. En la parte de arriba se le colocaba una piel de animal, generalmente de venado, tigre o víbora. Era sostenido en posición vertical y con un trípode. Se tocaba con las palmas de la mano.


Panhuehuetl. Su fabricación era similar a la del anterior, se diferenciaba en tanto que no tenía una cubierta de piel, sino una perforación al frente, que se cubría con un objeto vibrador, probablemente de papel. Se ejecutaba dentro de una caja de madera, misma que servía como caja de resonancia y podía ser manipulado usando los puños cerrados o dos palos largos cuyas puntas estaban revestidas de hule.


Teponaztli. Es un instrumento musical que se conforma de un tronco de árbol grueso, que ahuecado por abajo para que forme una cámara de resonancia. En la parte  superior  se  le hacían una serie  de ranuras que  formaban  una  especie de



hache. Era golpeado en la parte de arriba. Difería de tamaño del Huehuetl, ya que este era más grande. Las dimensiones de este instrumento variaban de acuerdo
con la talla del ejecutante, podía ser colgado del cuello o estar colocado sobre un trípode. La manera de tocarlo consistía en dar golpes sobre los intervalos que existían entre las ranuras, con unos palos delgados y largos en cuyas puntas se colocaba una bola de barro cubierta de alguna piel o con tiras de hule.


Tecomopiloa. Variante del Teponaztli que utilizaban las mujeres cuando iban juntas cantando y bailando. Se llevaba pendiendo del brazo. Tenía una incrustada una jícara de las que se utilizaban para llevar agua, lo que provocaba que el sonido fuera más sonoro.


Timbales. Artefactos básicamente variantes del Teponaztli: consisten en colocar una serie de instrumentos y tocarlos juntos. Había de distintos tamaños; no estaban necesariamente hechos de madera, ya que existieron muchos de barro.


INSTRUMENTOS DE VIENTO



Huicalapitzitli. Este instrumento producía entre dos y siete sonidos diferentes, según las perforaciones que se le hicieran al tubo. Era un instrumento con el que se pretendía imitar el canto de los pájaros. Era un artefacto inflado, con varias perforaciones y un silbato, por donde se soplaba para emitir la resonancia.


Pitzali. Es un silbato común. Forma parte de los instrumentos más rudimentarios y primitivos. Eran fabricados de barro y producían solamente un sonido.


Tlapitzali. Tipo de flauta picuda, de forma cilíndrica ligeramente abombada en el centro, que se estrecha en la parte de la desembocadura, por donde se soplaba. Producía una resonancia muy fuerte; era hecha de barro cocido y tenía cuatro perforaciones a lo largo del turbo; en la parte opuesta, por donde salía el sonido, se representaba alguna flor o animal. Hubo una gran variedad de flautas de este tipo: las había de dos o más tubos, para producir diversos sonidos al mismo tiempo.

BIBLIOGRAFIA


DAJER, Jorge, Los artefactos precolombinos desde su descubrimiento en Michoacán, ELA, México D.F., 1995.


GALINDO, Miguel, Historia de la música mexicana, Tomo I, El Dragón, Colima, 1993.


GOMEZ, Víctor, Mitos y leyendas mexicanas, Ed. Gómez Gómez Hnos, México D.F., 1998.


MARTI, Samuel, Instrumentos musicales precortesianos, INAH, México D.F., 1968.