dimarts, de setembre 27, 2016

Colección de apuntes 7

Apunte 7.
Beethoven
2000.

 

Contexto Histórico

 Bonn
  
Hacia el final del siglo XVIII, en 1780, José II se convirtió en el único gobernante del Sacro Imperio, y decidió nombrar a su hermano Maximilio Francisco como sucesor designado y arzobispo-elector de la ciudad de Colonia. Bajo el gobierno de Maximiliano, Bonn se transformó de pequeña comunidad provincial en una floreciente ciudad capital y cultural. Era una persona más bien de tendencias conservadoras, sin embrago optó por la apertura de una universidad, además que decidió limitar los poderes de su propio cuerpo de clérigos, y abrió la ciudad a todo aquel intelectual, de esa manera las ideas de personajes como Klopstock, Lessing o Goethe.


Viena


En la capital austríaca de finales del siglo XVIII, el gusto por los recitales, conciertos y demás ocupaciones que tuvieran que ver con la música se convirtieron en los pasatiempos preferidos de la aristocracia, incluso el nivel de enseñanza que había alcanzado la música entre los aristócratas era de muy alto nivel, y pese a ser amateurs, se puede afirmar que había un buen número de concertistas y músicos entre ellos.


Los ideales del siglo de las luces se habían propagado rápidamente entre la refinada sociedad aristocrática, sin embargo, la corona de Habsburgo continuaba con el férreo control del poder. Beethoven fue un continuador de los ideales que buscaba la Ilustración, del clasicismo y la excelencia aristocrática, como digo el profesor Sergio Berlioz: “fue un hijo espiritual de la Revolución”. Sin embargo, ya se encontraban en el aire los ideales de la Revolución francesa, que si bien no penetraron de facto o fueron aplicados directamente sobre la administración germánica, si impactaron a los hombres con sus ideas de libertad, fraternidad, igualdad.


En el ámbito intelectual, las grandes influencias provenían de los autores franceses como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, empero, ya en el mundo anglosajón se contaba con intelectuales de encendida vocación libertaria y espléndido desenvolvimiento técnico, tal es el caso de Wolfgang von Goethe, y Friedrich Schiller, que conformaban el círculo intelectual más importante, en la ciudad de Weimar.



Generalidades Biográficas



Antecedentes, juventud y formación



Ludwig van Beethoven fue bautizado en 17 de diciembre de 1770 en Bonn, actual Alemania y era el hijo mayor de Johann y Maria Magdalena van Beethoven, quienes habían sido padres de otros aún mayores, pero que sin embrago, fallecieron. La familia Beethoven era de origen flamenco y se había establecido en territorios alemanes cuando el abuelo paterno de Ludwig mudó a Colonia para fungir como cantante en el coro del Arzobispo-elector de la mencionada ciudad renana.


El padre de nuestro Beethoven también se desempeñó en la labor de cantante, además de llegar a realizar composiciones. La posición económica de la familia era satisfactoria, sin embrago, la situación tomó un vuelco tras la muerte del patriarca, y posteriormente con el grave problema de alcoholismo que Johann desarrolló. Así, los Beethoven se convirtieron en una familia más bien de escasos recursos; incluso a los once años el joven Ludwig tuvo que abandonar la escuela, y hacia el final de su adolescencia se convirtió en el proveedor de la familia, ya que si bien su padre se había percatado de su talento para el piano, y tuvo toda la atención de hacer de él un chico prodigio (Wunderkind) como Mozart, no fue realmente sino hasta la tardía adolescencia de Ludwig que sus atributos musicales comenzaron a llamar la atención.


En la década de los 1780, Beethoven aprendió y trabajó con Christain Gottlob Neefe, organista de la corte en Bonn. En 1787 el joven había logrado avances sognificativos, por lo que el elector de la ciudad lo envió a Viena para que estudiara con Mozart. Tan solo transcurridos dos meses, el chico se vio en la necesidad de regresar, puesto que su madre había muerto; en esta época se nos cuenta que Mozart alabó gozoso el talento de su efímero alumno.


Entonces, Beethoven permaneció durante cinco años en Bonn, dedicándose a tocar varios instrumentos en la orquesta. Durante ese periodo conoció a un grupo de aristócratas que gustaron del talento del hasta entonces músico aólico. Se relacionó con la viuda von Breuning, otrora esposa del canciller del mismo nombre. La mujer le contrató como maestro de dos de sus hijos. A través de la señora Breuning Beethoven se relacionó con otras personalidades de la alta sociedad que requirieron sus servicios como músico. En 1788 conoció a su contacto más importante hasta la fecha, el conde Ferdinand von Waldstein, un amante de la música y partícipe de la más distinguida aristocracia vienesa. A través de las veladas y tertulias organizadas por la señora Breuning, el conde apreció las cualidades de Beethoven y pronto se convirtió en su admirador. Waldstein le instó a componer una serie de obras, mismas que fueron del conocimiento de un notable compositor de la época, Haydn.


El renombrado compositor iba de camino a Londres en 1790 cuando realizó una escala en Bonn, y fue objeto de agasajos por parte del elector de la ciudad. Entre otras cosas, conoció al joven Ludwig, y al regresar de la capital inglesa dos años después, el joven aceptó la oferta de Hayd de convertirse en su pupilo. De esta manera, abandonó la pequeña ciudad del Rín, y partió con el compositor. Beethoven nunca más volvería a Bonn.


Beethoven en Viena



El músico alemán era considerado un virtuoso del piano, y ese hecho llamó poderosamente la atención a la aristocracia vienesa. A su arribo, continuó teniendo el favor del conde Waldstein, puesto que fue el conde mismo quien lo relacionó con otros personajes de la vida social de la ciudad, y que a la postre se convirtieron en patrocinadores activos del artista, por ejemplo, el barón van Swieten, y el príncipe Karl Lichnowsky.


Haydn mientras tanto continuó enseñando al talentoso recién llegado. Pasado un tiempo, Beethoven buscó la asistencia de otros maestros, para lograr resolver los problemas que tenía en ciertas áreas del aprendizaje, que Haydn no podía ya resolver. Entre las personas que le asistieron contamos con Johann Georg Albrechtsberger y Antonio Salieri. Hacia 1795 Beethoven realizó su primera aparición pública en Viena.


Problemas auditivos


Hacia 1800, los primeros síntomas de sordera habían comenzado a manifestarse en Beethoven; sin embargo, el ritmo de su vida pareció continuar inalterado, seguía tocando para la nobleza y en actos públicos. Ya en 1802 era claro que la degeneración era progresiva e inexorable, y no importa cuántos médicos consultase, estaba en camino de quedarse completamente sordo.


Para 1819 su sordera fue total y absoluta. Entonces se convirtió en menester que portara una libreta para que sus conocidos apuntaran lo que les interesase comunicarle, mientras él respondía oralmente. La consumación de su sordera le afectó anímicamente de sobremanera. Al no poder oír una nota más de lo que tocaba, su actividad se enfocó más a la composición y tomó refugio en la zona de las villas cercanas a Viena.


Beethoven y su sobrino


En 1815, Caspar Carl van Beethoven, hermano del compositor murió de tuberculosis, dejando a su viuda, Johanna, y un hijo, de nombre Karl. Beethoven comenzó inmediatamente la labor de obtener la custodia de la criatura, misma que obtuvo después de años de pleitos en los tribunales (1820). Se preocupó por criar con todo afán a su sobrino, pero aparentemente esta situación se volvió en contra de los intereses del joven, ya que fue tal la presión del tío que en 1826 intentó suicidarse.


Durante muchos años, Beethoven consideró a la mujer de su hermano como una mujer inmoral, básicamente dañina para su ambiente. Johanna venía de una familia acomodada, casó con Casper y el tono del matrimonio era la violencia, ya que incluso hubo disputas penales dentro de la convivencia conyugal. Al redactar su testamento, el hermano de Beethoven dejó manifiesto que deseaba que tanto su esposa como su hermano tuvieran la cotutoría del menor Karl, aunque el compositor no había expresado la menor intención de llevarse con su cuñada, o sea, quería la tutoría para él unicamente.


Beethoven durante años mostró una actitud más bien agresiva y acusatoria contra la madre de su sobrino, si bien por momentos rozó en lo ambivalente y la hostilidad también fue dirigida al propio Karl. En toda la bibliografía beethoveniana se ha mostrado como un hecho fascinante toda la energía y recursos gastados por el artista para “apropiarse” de su sobrino, hecho que mermó su capacidad creativa durante años, y le ha merecido múltiples críticas por las enormes faltas de moral y ética que pudiera haber infringido, aunque bien pensaba que lo que hacía era únicamente en el beneficio de su sobrino/hijo.


Maynard Solomon en este respecto interpreta[1]:


En el curso de la formación y la disolución de esta familia originada en la fantasía, Ludwig van Beethoven aprendió algo acerca del carácter de la paternidad, y rozó áreas de experiencia de las que hasta allí se había visto excluido. Apropiarse de su sobrino fue el modo deformado que Beethoven utilizó para destruir los esquemas rígido de una vida de soltero y vivir las pasiones y tragedias de las relaciones humanas profundas


Beethoven concibió poco después de su lapso 1815 – 1820 algunas de sus obras más notables, misma que se puede identificar como el periodo final de su creación artística. Las composiciones más importantes de este momento comienzan con las dos sonatas para piano y cello, op. 102, La sonata para piano en a major, opus 101, y la sonata para pano en b mayor. En 1823 finalmente pudo completar la Missa Solemnis que se le había encargado años antes.


Entre tanto, había escrito sus tres últimas sonatas para piano (1820 – 22) y había trabajado esporádicamente en la realización de lo que a la postre se convertiría en la 9na sinfonía. Hacia 1824 la obra ya parecía haber comenzado a tomar forma. Todo el asunto de la tutoriedad había sido un factor que influyó en su manera de concebir el trabajo. Solomon piensa lo siguiente:


El camino que condujo a las últimas obras de Beethoven fue peligroso, y estuvo cargado de sentimientos de ansiedad y tocó dominios de significado traumático, suficientes para socavar – y casi destruir – la personalidad del compositor. En el curso de esta lucha titánica, Beethoven se aproximó a la frontera de una patología irreversible. Consiguió retroceder aprovechando los recursos de su ego y mediate la ayuda – por involuntaria que fuese – de Johanna van Beethoven, que sostuvo ante los ojos del compositor el espejo de la realidad e insistió en que sus actos fuesen juzgados de acuerdo a las normas del derecho y la moral. En definitiva, la lucha heroica y apasionada de Johanna por su hijo y por la defensa de su maternidad impidió que Beethoven perdiese contacto con el núcleo íntimo de su propia humanidad.


Beethoven murió en 26 de marzo de 1827 en Viena. Poco antes su estado de salud había deteriorado tras cuatro operaciones previas. Un hecho significativo que le conmovió fue el recibir de regalo 100 libras esterlinas por parte de la Sociedad Filarmónica de Londres, que le enviaban aquel presente como señal de solidaridad, y para que también pudiera solventar sus gastos. Cuentan las crónicas de la época que a su funeral asistieron alrededor de 20,000 o quizá hasta 30,000 personas.


La Novena Sinfonía



Como fenómeno universal



Desde 1817-18, Beethoven ya tenía algunas ideas o fragmentos de lo que a la postre se convertiría en la Novena Sinfonía, pero es de aclarase que no comenzó a trabajar en el opus completo sino hasta 1822, labor que le ocupó hasta 1824. Fue interpretada por primera vez, y con resonante éxito en el teatro Kärntnertor de Vienna el 7 mayo de 1824; precedida por una overtura y la parte de Kyrie, Agnus Dei y el Credo de su Missa Solemnis. Para esta fecha su sordera era ya absoluta, por lo que la dirección de orquesta corrió a cargo de Michael Umlauf. Nos indica la historiografía que los intérpretes solistas fueron Henriette Sontag, Caroline Ungerm Anton Haitzinger y Joseph Seipelt.


El impacto de esta obra sobre el Geist de Occidente podría afirmarse no tiene paralelo en la Historia, pocas obras se han convertido en un evento por sí mismo, o han sido tan aclamadas o celebradas como es la Novena. Un ejemplo de este impacto nos lo ilustra la siguiente cita:


Few musicians would assert that the Ninth is the greatest of all symphonies, that it is the summit of Beethoven's achievement, perhaps not even that it is his finest symphony or, in any altogether personal way, their own favorite. Yet we treat it as though we did, in fact, believe all those things. It claims a special place, not only in the history of the symphony and in Beethoven's growth as artist, Mensch, and public figure, but also in our own hearts and heads, in what we remember and what we look forward to. Its performance can never be an ordinary event, just another concert, and not even recordings have been able to kill that. Insistently, its shadow falls across the music of the nineteenth century and the early years of the twentieth[2].


La Novena como obra en sí misma
 
 
El trabajo de la Novena requirió una concepción de muchos años y por supuesto en el convergen los avances, triunfos e innovaciones de la música hasta su momento. De la misma forma, pocas obras podrían sentirse tan ligadas a la biografía de un artista como es la Novena.


Desde su juventud, Beethoven había entrado en contacto con el texto, obra de Friedrich Schiller, uno de los dos pilares de la literatura alemana (junto con Goethe). Se tiene la referencia que ya en 1815, el compositor había realizado el bosquejo de una fuga con el tema de An die Freude. Para 1823, la construcción de la sinfonía ya era un hecho, y de hecho ya contaba con el primer movimiento, el resto de la obra probablemente ya estaba bosquejado, pero en la cabeza de Beethoven.


La obra comienza en re menor, pero termina en re mayor; altera los movimientos de manera muy particular:


1)   Allegro
2)   Scherzo
3)   Adaggio
4)   Allegro


La sinfonía es en sí misma una obra de proporciones muy afectadas, ya que su duración se prolongo más de lo que la costumbre hasta entonces marcaba como tradicional. De acuerdo a lo visto en clase; el tercer movimiento es la espina dorsal de toda la pieza.


En cuanto a los movimientos se divide de la siguiente manera:


1)   Sonata
2)   Ternaria
3)   Tema con variaciones
4)   Tema con variaciones


Primer movimiento:

Introducción,   Tema  A,  exposición, B,  Coda    Desarrollo A   Reexposición A,   B 

Coda/desarrollo


Segundo movimiento:

A    B    A     Coda


Tercer movimiento:

Introducción    A      Ai      Aii       Aiii       Aiv      Av      Coda


Cuarto movimiento:

Ruido                Ruido               [Recuerdo primer movimiento)
         Recitativo        Recitativo                                             Recitativo

[Recuerdo segundo movimiento]              [Recuerdo tercer movimiento]
                                               Recitativo

             [Bosquejo cuarto movimiento]                 A       Ai       Aii      Aiii
Recitativo                                           Recitativo

             Ruido                       Aiv        Av         Avi         Avii          Aviii
                      Recitativo bajo

Aix       Ax        Axi      Coda/Axii

La partitura indica el uso de los siguientes instrumentos:


Dos flautas y un piccolo, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y contrafagotes, cuatro trompetas, tres trombones, tímpano, triángulo, timbales, percusiones, y cuerdas, además de la soprano, contralto, tenor y bajo (solistas), y cuatro coros mixtos.


Alrededor de la Novena, anécdotas y mitos


Una vez completa la pieza, Beethoven necesitaba un lugar para estrenarla, por supuesto, sin embargo – en Viena toda la moda estaba acaparada por el gusto por Rossini, e incluso se dice que nuestro autor llegó a pensar en estrenar su reciente sinfonía en otra parte, incluso en Berlín. Finalmente fue persuadido a quedarse en Viena y realizar allí el estreno. Como el gran evento que se figuraba, fue una situación muy compleja la logística del evento, por ejemplo, escoger la sede, el director, los cantantes, etc. Con excepción de Seipelt, todas las voces eran reconocidas y se les tenía en muy alta estima por los expertos y los diletantes.


En el año de 1826 se publicó la partitura, y para editarla se requería de una portada con dedicatoria, las fuentes indican que Beethoven meditó mucho al respecto, ya que por su enorme cantidad de contactos, patrocinadores, amigos y conocidos, tenía una baraja de posibilidades por demás exhaustiva. Finalmente se decidió por Federico Guillermo de Prusia. La decisión final pareció más bien extraña a sus contemporáneos, sin embargo, Maynard Solomon lanza como hipótesis que esta dedicatoria tiene que ver con e rumor que corría en la época que Beethoven era hijo ilegítimo, pero no únicamente ilegítimo, sino hijo del mismo rey prusiano.


‘An die Freude’ de Schiller



El poeta la escribió entre octubre y noviembre de 1785, en Loschwitz, y en su momento más bien era una celebración en el contexto de la embriaguez del vino, no es aquí espacio para describir todas las vicisitudes por las cuales pasó Schiller, pero hacia 1803 volvió a publicar su poema con las modificaciones que después utilizaría Beethoven para su sinfonía. Beethoven la conoció y se prendió de ella hasta dar como resultado su obra máxima.

Conclusión:


Personalmente, la Novena es la obra musical que más disfruto entre todas, creo que Beethoven reconceptualizó un poema básicamente menor para proyectarlos a las más insospechadas alturas. El llamamiento ético y humano de Beethoven, en combinación con la compleja estructura de su obra me da a entender perfectamente la magnitud de su peso en la historia de la música, y sobre todo – la magnitud de él mismo como persona, en su contexto y bajo las condiciones que padeció.




We can also report that, in 1803, Schiller re-published his "Ode an die Freude" in its new version, in which two lines of the first strophe have been changed./

BIBLIOGRAFÍA


A.a.V.a, Ludwig van Beethoven 1770/1970, Ed. Inter Nationes, Bonn – Bad Godesberg, 1970, pp. 58-75


Berlioz, Héctor, Beethoven, Ed. Espasa – Calpe, Madrid, 19794, pp.29-57. ISBN84-239-0992-1


Solomon, Maynard, Beethoven, Ed. Javier Vergara, Buenos Aires, 19902, pp. 286-314, 359-97, ISBN 950-15-0251-1



[1] Solomon, Manard, Beethoven, Ed. Javier Vergara , Buenos Aires, 19902, ISBN 950-15-0051-1
[2] Michael Steinberg, “Symphony No. 9 in D minor, Opus 125”, en http://www.geocities.com/Vienna/Strasse/2914/beethoven/