Abadía de Westminster.
1999.
ANTECEDENTES
La abadía de
Westminster, desde que Eduardo el Confesor, el último rey anglosajón, empezó a
construirla en 1050, ha sido testigo de casi mil años de historia inglesa. Por
razones de naturaleza política como causas estrictamente arquitectónicas, es el
edificio medieval más importante de Inglaterra. Así como Aachen fue la sede del
poder temporal y espiritual del imperio de Carlomagno, el palacio de
Westminster, de carácter civil, se vinculaba con la gran abadía, simbolizando
la unidad de la monarquía y la Iglesia.
Al igual que la
mayor parte de las catedrales inglesas, Westminster tuvo su origen en un
monasterio: fue fundada a mediados del siglo X por St. Dunstan sobre el
emplazamiento de una vieja iglesia del siglo VII, sobre la isla Thorney,
cercano al palacio de Westminster. Eduardo se encargó de la ampliación y
remodelación del antiguo monasterio benedictino. El rey no pudo asistir a la
consagración del templo y murió algunos días después. Desde 1066 allí se han
coronado los reyes de Inglaterra, y el pueblo británico ha sepultado también en
ella a sus hombres ilustres.
La abadía normanda sólo existió por dos centurias, ya que a
mediados del siglo XIII, el rey Enrique III decidió demoler en su mayor parte
la antigua construcción, para edificar un nuevo templo de estilo arquitectónico
diferente. La primitiva abadía de Westminster presentaba una decisiva
influencia normanda en lo referente a su concepción arquitectónica; debido a
que presentaba la disposición típica de nave, transeptos y torre cuadrada, al
igual que las iglesias continentales.
El monarca instruyó a su arquitecto, Henry de Reyns para que
viajara al extranjero de modo que pudiera estudiar el desarrollo y novedades de
la arquitectura en aquel momento. Bajo decreto, la abadía de Westminster fue
diseñada no solo para la celebración del culto, sino también para albergar los
actos de coronación y el entierro de monarcas.
Durante la Reforma en Inglaterra, los monasterios fueron
cerrados, por lo que los clérigos fueron expulsados del templo. La reina Isabel
I modificó el estatus del templo, haciéndolo una iglesia colegiada y de
autoridad del soberano. En 1560 se le dio una constitución y la comunidad
monacal fue sustituida por un decano y un largo equipo de ayudantes seculares y
laicos.
Hoy en día es
una iglesia dedicada al culto regular, así como la celebración de sucesos
relevantes en la vida de la nación. La abadía de Westminster no se clasifica
como catedral o iglesia, debido al sistema al que está sujeta su jurisdicción.
Más de tres mil personas han sido enterradas en su interior, o bien cuentan con
un altar o memorial.
CARACTERÍSTICAS
CONSTRUCTIVAS
El edificio
conserva todavía rasgos del primitivo complejo monástico, incluidos los
claustros y edificios anexos, pero en otro sentido es un ejemplo poco
convencional de una construcción religiosa inglesa de la época: su gran altura,
sus arbotantes, su fachada occidental con torres gemelas y ausencia de torres
en el crucero, su extremo oriental en forma de ábside, muestran una clara
influencia francesa.
La parte oriental,
el transepto principal y los módulos orientales de la nave central fueron
construidos entre 1245 y 1269 en estilo gótico primitivo inglés, mismo que fue
la fuente de inspiración para la ampliación de la nave al oeste, a finales del
siglo XIV.
Nave:
Fue comenzada
por Nicholas Litlyngton, abad en Westminster de 1362 a 1386. Se financió con el
dinero dejado por su predecesor, el cardenal Simon Langham, para el uso del
monasterio. Se cree que el encargado de la obra fue seguramente Henry Yevele,
renombrado personaje de su época. Se construyó de acuerdo al estilo gótico
temprano. Su diseño dependía de la fuerza extra dada a la estructura por los complejos
arbotantes que distribuyen el peso de la estructura, que en su tiempo se
consideraban alta tecnología. Éstos
permitieron elevar el techo hasta alcanzar 31 metros, el techo más alto de
Inglaterra.
Mirando hacia
atrás se halla la ventana occidental, construida en 1735, en stained glass,
probablemente por James Thornhill. Joshua Price fue el glass painter. El diseño
muestra a Abraham, Isaac y Jacobo con catorce profetas, y abajo se aprecia los
escudos de armas de Sebert, Isabel I, Jorge II, el decano de la época, Wilcocks
y la ciudad de Westminster. Justo abajo se halla la tumba al soldado desconocido,
que conmemora los miles que murieron en la Primera Guerra Mundial y que no
cuentan con un entierro.
Coro:
En la
reconstrucción del siglo XIV, el coro fue remitido hacia el oeste, dentro de la
nave, para dejar libre el crucero, y poderlo utilizar cono escenario de la coronación.
El coro era originalmente la parte de la abadía en donde los monjes realizaban
sus ritos, sin embargo, ahora ya no queda rastro alguno de la distribución
antigua, debido a que en el siglo XVIII fueron removidos los sitiales, y se
diseñó un coro más pequeño, mismo que fue en parte destruido a mediados del
siglo XIX por Edward Blore, quien creó el actual coro, diseñado en base al
gótico victoriano y quitó las divisiones que hasta entonces habían bloqueado
los transeptos.
Santuario:
El santuario es
el corazón de la abadía, ya que aquí se encuentra el gran altar. El retablo
contiene un mosaico de la última cena, perteneciente al siglo pasado. Sobre el
altar se alzan dos candeleros del siglo XVII, comprados con dinero legado por
la sirvienta Sarah Hughes.
Relicario de
Eduardo el Confesor:
Detrás del
altar se halla el relicario de Eduardo el Confesor. La capilla que contiene el
relicario se encuentra en el lado este del santuario, en el corazón de la
abadía. Ha sufrido repetidas modificaciones, siendo la más importante la
ocurrida durante la Reforma, en la que fue sustancialmente reducido el tamaño
del santuario. La decoración actual contiene escenas esculpidas en piedra de la
vida del santo.
Capilla de
Enrique VII:
No se conoce el
nombre del autor; su construcción inició en 1503 como recinto funerario para
Enrique IV, aunque fue finalmente Enrique VII a quien se enterró aquí en un
elaborado sepulcro. Sobresale en esta capilla su techo abovedado, ejemplo del
espectacular estilo Tudor. También contiene sitiales adornados con crestas,
insignias y mantos de muchos colores.
Desde 1725 la capilla ha sido usada como recinto de la orden de Bath.
Detrás del altar se hallan enterrados Enrique VII y su consorte Isabel de York.
También en esta capilla se encuentran enterrados varios monarcas como Isabel I,
María I, María Estuardo y Jaime I.
Transepto
meridional:
Un gran rosetón
se encarga de la iluminación del transepto meridional, cuyos cristales datan de
1902. Debajo de él, se esculpieron varios ángeles sobre los ángulos de los
arcos a la derecha e izquierda, que constituyen el trabajo escultórico medieval
más importante de la abadía. Además de varios monumentos, se aprecia además en
la puerta que accede a la capilla de la Santa Fé, trabajo en pintura mural del siglo XIII, que
se mantuvo cubierta desde la Reforma hasta 1936.
A la parte más
conocida del transepto meridional se le denomina ‘Rincón de los Poetas’, a
partir del siglo XVI, durante y después del fenomenal surgimiento literario del
periodo Isabelino, se enterraron o se les construyeron aquí monumentos a
personajes de las letras británicas. El primero de ellos fue Geoffrey Chaucer,
autor de los “Cuentos de Canterbury”, aunque más bien yace aquí por haber
estado involucrado en la administración de la abadía. Aquí se enterró a los
escritores John Dryden, Tennyson, Charles Dickens, Richard Brinsley Sheridan,
Rudyard Kipling, entre otros.
Entre los que
cuentan aquí con monumentos están: Lord Byron, William Shakespeare, John keats,
Samuel Butler, Jane Austen, Oliver Goldsmith, John Ruskin, las hermanas Brontë,
entre otros. En este transepto también yacen las tumbas de antiguos decanos y
cánones de la abadía, además del compositor Georg Händel, y los actores David
Carrick (de la época Shakespeariana) y Laurence Olivier, contemporáneo.
Claustros:
Antes de la
Reforma, los claustros eran sin duda uno de los puntos más importantes del
conjunto. Cada uno de los cuatro datan de los siglos XIII al XV y tienen
aproximadamente 30 metros de longitud. Además de los claustros, también aquí se
halla la sala capitular, que era el lugar donde se realizaban las labores
administrativas del monasterio, aquí se reunió varias veces el Parlamento
durante la época medieval.
BIBLIOGRAFIA
Guía visual de pintura y arquitectura, Ediciones El País, Madrid, 1997.
GYMPEL, Jan,
Historia de la arquitectura, de la antigüedad a nuestros días, Könemann,
Colonia, 1996.
Panorama der Weltgeschichte, Tomo II,
Verlagsgruppe Bertelsmann GmbH, Berlín, 1976.
STEVENSON,
Neil, Annotated Architecture, Dorling
Kindersley, Gran Bretaña, 1997.
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