El romanticismo.
2000.
I.
EL ROMANTICISMO
El movimiento romántico deriva su nombre del gusto por
apreciar y reivindicar los romances medievales, relatos llenos de aventura, emoción,
gallardía y heroísmo, cuyas características formales eran más bien libres y
espontáneos. Las obras medievales fueron descubiertas y admiradas y finalmente
dieron nombre a todo un movimiento.
A finales del siglo XVIII en Occidente ocurrió en ciertos
círculos de pensadores o creadores artísticos una violente reacción en contra
del status quo intelectual reinante en la época. Historiográficamente se conoce
al mencionado siglo como “El siglo de las luces”, la época de la “Ilustración”,
momento en el cual se guardaron en gran estima, y se explotaron toda una serie
de conceptos que tenían que ver con la posición privilegiada del hombre ante el
resto del mundo. El racionalismo, el orden, el materialismo físico fueron ideas
que tipificaron el pensamiento de varias generaciones. En la mentalidad
dieciochesca sucedió el triunfo de la razón sobre la emoción, el cálculo sobre
la espontaneidad, lo mundano contra lo celestial, emanando de Francia
principalmente, las mentes de Occidente, por lo menos en los reinos y
territorios económicamente más poderosos, se emprendió la sustitución del
panteón de deidades antiguas, por uno de deidades novedosas. Los dioses y
diosas concretos de la cristiandad eran sustituidos por entes más bien
abstractos: la razón, la ciencia, el orden.
El marco teórico para la creación artística fue proveído
por los teóricos nostálgicos de las maneras pre-cristianas, lo romano y lo
griego. El arte, sumido en la cursilería y frivolidad de los últimos desvaríos
barrocos, lo que ahora nombramos rococó,
encomendó a las Academias la dirección de un nuevo arte, que pretendía ser
Clásico en su esencia. El canon exigía orden, calma, armonía, balance,
idealización. Las artes del tiempo también ingresaban a esta modificación, se
escribieron poemas y versos a la manera antigua, se compusieron tragedias para
interpretarse como recitativos. La mente tenía enfatizaría ahora el triunfo de
las virtudes racionales, despreciando y negando todo aquello que tuviera un
sabor estrictamente personal o individual.
Si bien el siglo XVIII exigía razón, el estilo de vida de
la aristocracia era tan frívolo y absurdo como jamás hubiera poder sido, las
clases dominantes vivían en un mundo extrañamente dual, razón y disparate. El Ancien Régime cayó tras la Revolución en
Francia, mas las normas seguían con sus reglas estrictas, el Neoclásico fue el
estilo apropiado en la nación gala, David se convirtió en el director de la
Academia, y solamente aquellas reglas clasicistas funcionaban hacia dentro.
La reacción se manifestó negando los rígidos y
despersonalizantes valores de la manía racionalista. Los subversivos
prefirieron lo individual a lo colectivo, lo subjetivo a lo objetivo, lo
irracional a lo racional, lo extravagante a lo rígido, la espontaneidad a la
rigidez personal, la emoción a la razón. Estos artistas extravagantes se
entregaron a la búsqueda de trascendencia a partir del individuo mismo,
descubrieron el inconmensurable poder de la naturaleza y su sublime,
perturbadora belleza. El desbordamiento de la pasión les atraía a los límites
de la vida, iban más allá de su individuo, cayendo o resbalando en un abismo.
Los románticos buscaban enfatizar las emociones
contundentes, y es posible encontrar una serie de obras que ilustren el
espíritu de tales ideas.
II.
IDEAS ROMÁNTICAS
William Wodsworth (1800) definiendo
la poesía:
“the
spontaneous overflow of powerful feelings”
a)
Lo irracional
Johann Wolfgang von Goethe, Las
cuitas del joven Werther (Die Leiden des jungen Werthers), 1774.
El prometedor joven Werther ha llegado a un poblado cuyo
nombre desconocemos, aunque probablemente cerca de la zona del Ruhr, cae
perdidamente enamorado de una hermosa doncella, la conoce en un baile
comunitario, y desde entonces no le es posible sacarla de la mente. La
mencionada mujer, Carlota, está comprometida desde hace tiempo. El joven
Werther corteja y pretende a la dama, mas ella ya tiene compromiso. Werther se
va y toma una posición acomodada en el contexto de la diplomacia. El joven
enamorado había sido un mar de sensibilidad, amante de la naturaleza, de la
poesía, el Werther profesional es rudo de maneras, insolente, indómito. Regresa
al lugar donde ahora reside su amada ya casada, ella ama a Alberto, su pareja,
sin embargo, también tiene sentimientos hacia su antiguo pretendiente. El
marido no se muestra aprehensivo de la presencia de semejante personaje, aun
así tolera la situación. Carlota no tiene el coraje para alejarlo de su vida.
La pasión de Werther es incontrolable, ama ciegamente a aquella mujer empero,
no puede ser correspondido. Hacia la Navidad Alberto se ausenta, Carlota le
exige a Werther que no le visite durante la ausencia de su marido, sin embargo,
él no cumple aquel ruego, ella lo confronta y le reclama su insolencia. Juntos
realizan una lectura de la traducción de Werther sobre Ossián, Carlota no puede
más, entre besos, abrazos y sollozos le indica que es la última vez que le
permitirá verle, se da la media vuelta y encierra a piedra y lodo la dependencia
en la cual se esconde. La lectura de Werther se refería a la muerte del amado,
se prefigura su destino. Alberto regresa y se encuentra con una petición del
despechado enamorado de tomar en préstamo sus pistolas so pretexto de una
cacería, Alberto acepta con gusto y alivio y le envía sus armas. Por la tarde
Werther se ha quitado la vida.
Werther se ha entregado al abismo por que sin el amor de
Carlota no podía vivir. El protagonista es un joven apasionado, entregado al
sentimiento, amante de la naturaleza, de espíritu libre y desenfadado, mas
marcado por la marca indeleble de la tragedia que significa no ser
correspondido, si no se consuma su amor, Werther prefiere morir. Es de recalcar
que se le atribuyen muchos suicidios a la lectura de esta novela.
b)
Lo sublime
Caspar David
Friedrich, Viajero sobre un mar de
niebla, ca. 1818, óleo sobre tabla, 94.8 x 98.8 cm, Kunsthalle, Hamburgo.
Se puede advertir que existe un eje central y en un
triángulo compositivo. El autor ha plasmado en la composición a un hombre,
mismo que nos da la espalda; ha escalado a una cima rocosa y observa rumbo al
horizonte, hacia delante observamos un mar de niebla que se desplaza con el
viento, destacan varias cimas rocosas, en la profundidad notamos montañas y
nubes más altas. El tipo de pincelada es más bien linearista con el uso de
esfumado y veladuras en toda la composición, la paleta del pintor incluye el
amarillo, azul, verde, blanco y pardo. Es un misterio saber que es lo que
exactamente observa el protagonista, un hombre
que se presenta ante la inmensidad de la naturaleza, ante la soberbia
presencia de lo inconmensurable.
Friedrich también pinta desde adentro, no únicamente nos presenta un paisaje
profundamente inquietante, sino que nos sitúa en un contexto espiritual, la
naturaleza no contiene en él únicamente elementos objetivos, la composición es
una alegoría de algo mucho más grande, mucho mayor que la vida misma del
artista. Se reconoce como un ente individual, que no se integra al todo de la
composición, que se desapega de su supuesta identidad.
c)
Lo trascendental
Ludwig van
Beethoven, Sinfonía N° 9 en re
menor, Op. 125, Coral. Texto de Friedrich
Schiller.
Desde 1817-18,
Beethoven ya tenía algunas ideas o fragmentos de lo que a la postre se
convertiría en la Novena Sinfonía, pero es de aclarase que no comenzó a
trabajar en el opus completo sino hasta 1822, labor que le ocupó hasta 1824.
Fue interpretada por primera vez, y con resonante éxito en el teatro
Kärntnertor de Vienna el 7 mayo de 1824; precedida por una overtura y la parte
de Kyrie, Agnus Dei y el Credo de su Missa
Solemnis. Para esta fecha su sordera era ya absoluta, por lo que la
dirección de orquesta corrió a cargo de Michael Umlauf.
El impacto de esta
obra sobre el Geist de Occidente
podría afirmarse no tiene paralelo en la Historia, pocas obras se han
convertido en un evento por sí mismo, o han sido tan aclamadas o celebradas
como es la Novena.
El trabajo de
la Novena requirió una concepción de muchos años y por supuesto en el convergen
los avances, triunfos e innovaciones de la música hasta su momento. De la misma
forma, pocas obras podrían sentirse tan ligadas a la biografía de un artista
como es la Novena.
Desde su juventud,
Beethoven había entrado en contacto con el texto, obra de Friedrich Schiller.
Se tiene la referencia que ya en 1815, el compositor había realizado el
bosquejo de una fuga con el tema de An
die Freude. Para 1823, la construcción de la sinfonía ya era un hecho, y de
hecho ya contaba con el primer movimiento, el resto de la obra probablemente ya
estaba bosquejado, pero en la cabeza de Beethoven.
‘An die Freude’ de Schiller
El poeta la
escribió entre octubre y noviembre de 1785, en Loschwitz, y en su momento más
bien era una celebración en el contexto de la embriaguez del vino, hacia 1803
volvió a publicar su poema con modificaciones que después utilizaría Beethoven
para su sinfonía. Beethoven la conoció desde su primera publicación y se
prendió de ella hasta dar como resultado su obra máxima.
Beethoven hace el
llamamiento a todos los hombres a hacerse uno de manera que cohabiten como
hermanos a los ojos del Creador, nos repite ideas que le son caras a los
hombres ilustrados, mas ahora Beethoven extiende su llamado a todas partes,
festejando la alegría y la libertad en una sola pieza. ¿Os avalanzaos,
millones? Llama a la humanidad a desligarse de las rígidas costumbres y así
celebrar los maravillosos dones de la alegría, Alegría, ¡hermosa chispa de los
dioses! Un hombre sordo y atacado por infinitos problemas físicos busca en su
más profundo interior y descubre su grandeza como individuo, cuando
aparentemente ya no tenía los medios para percatarse de los mismos.
Symphonie
Nr. 9, d-moll, Op. 125,
O
Freunde, nicht diese Töne!
Sondern laßt uns angenehmere
anstimmen und freudenvollere!
Freude!
Freude, schöner Götterfunken,
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himlische dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.
Wem
der große Wurf gelungen.
Eines
Freundes Freund zu sein,
Wer ein holdes Weib errungen,
Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele,
Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer‘s nie gekonnt, der stehle
Weinend sich auf diesem Bund!
Freude trinken alle Wesen
An der Brüsten der Natur,
Alle Guten, alle Bösen
Folgen ihrer Rosenspur.
Küße gab sie uns und Reben,
Einen Freund geprüft im Tod,
Wollust ward dem Wurm gegeben,
Und der Cherub steht Gott.
Froh, wie seine Sonnen fliegen
Durch des Himmels prächt’gen Plan,
Laufet Brüder eure Bahn,
Freudig wie ein Held zum Siegen.
Seid umschlungen, Millionen!
Diesen Kuß der ganzen Welt!
Brüder, überm Sternenzelt
Muß ein lieber Vater wohnen.
Ihr stürtz nieder, Millionen?
Ahnest du den Schöpfer, Welt?
Such ihn überm Sternenzelt,
Über Sternen muß er wohnen
Sinfonía N° 9, en re menor, Op. 125,
O
amigos, ¡no estos sonidos!
Sino
dejadnos entonar otros más placenteros y más llenos de alegría
¡Alegría!
Alegría,
hermosa chispa de los dioses,
Hija
del Eliseo,
Llenos
de ardor entramos, celestial,
A
tu santuario.
Tus
encantos unen nuevamente,
Lo que la moda rigurosamente dividió;
Todos
los hombres en hermanos se convierten,
Donde
tu suave ala pasa.
A
quien la fortuna le ha otorgado
De
un amigo amigo ser,
Quien
a una noble dama ha ganado,
En
el regocijo permitidle tomar parte!
Sí,
incluso si tan solo hubiera un alma
Para
él en todo el mundo!
Y
aquel nunca ha conocido esto,
Dejadle
robar llanto de nuestras filas!
Alegría
beben todos las especies
Del
seno de la naturaleza,
Todos
los seres, buenos y malos
Su
camino de rosas siguen.
Ella
nos dio besos y sarmiento,
A
un amigo leal hasta la muerte,
El
gusano fue dotado con placer,
Y
el querubín se encuentra ante Dios.
Alegre,
como sus soles vuelan
A
través del espléndido mapa celestial,
Corred
hermanos, por vuestro sendero,
Alegremente,
como un héroe a la victoria
¡Abrazaros,
millones!
Este
beso es para todo el mundo!
Hermanos,
sobre el manto estelar
Un
amoroso padre debe habitar.
¿Se
avalanzan, Millones?
¿Percibes
al creador, o mundo?
Búscalo
allá en el manto estelar,
Sobre
las estrellas debe Él vivir
*
Las primeras tres líneas, comenzando con O Freunde...! son de autoría de
Beethoven, no de Schiller.
BIBLIOGRAFÍA
A.A.V.V., Del
Barroco al Neoclasicismo, Könemann, Francfort, 1995.
A.A.V.V.,
Encyclopaedia Britannica Online,
http://members.eb.com/
GOETHE, Johann Wolfgang von, Werther y Fausto, Colección Sepan Cuántos, Porrúa, México, 1995.
JOHNSON, Paul, The Birth of the Modern: World Society 1815-1830, Pocket Penguin,
Londres, 1992.
WELLEK, René, Concepts of Criticism, S.G. Nichols,
Estados Unidos, 1963.
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