dijous, de juliol 06, 2006

Lectors meus, a Mèxic les coses no estan definides

Estimats lectors meus del món catalanoparlant:
Només per informar-vos que a Mèxic, després del procès electoral del passat 2 de juliol, les coses semblen més embolicades que mai. El nostre Instituto Federal Electoral ha treballat d'una manera més que túrbia durant els passats dies, i des de l'Estat s'ha orquestat una campanya de desinformació i descalificació de qualsevol queixa o reclamació dels candidats i partits d'esquerra. Encara no hi ha guanyador de les eleccions i no hi hauria d'haver-ne cap fins que es tornin a contar vot per vot els resultats. Puc contar-vos que els ciutadans s'estan mobilitzant i formant xarxes d'informació i suport, de cara a la miríada d'irregularitats i inconsistències del procès electoral. Els poders fàctics ja ens estan descalificant per demandar claredat, i segur que amb el pas dels dies pujará el to utilitzat per ells en referir-se a la gent que volem certeses i no desinformació. Així ho esperem. Marc

Por el bien de todos, a contar cada voto

Sergio Zermeño
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El escenario que se ha querido hacer pasar como inevitable después de estas elecciones es el que tenemos ante nuestros ojos: Felipe Calderón ha obtenido, por los medios que usted guste, lícitos o ilícitos, una diferencia a favor de menos de uno por ciento, suficiente para ser declarado ganador de la contienda. Pero no fue inmediatamente declarado ganador de la contienda, porque eso habría podido desatar la furia de sus contrincantes. Lo que convenía era magnificar en todos los medios de comunicación ese uno por ciento, mientras se contaran y recontaran las actas, de manera que la ciudadanía se fuera acostumbrando a ese hecho incontrovertible. Sólo entonces el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) o el tribunal electoral declararían triunfador de los comicios a Felipe Calderón.
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Y la oposición a esto, ¿dónde está?, se preguntará el lector. Bueno, el PRI, o al menos Madrazo y su camarilla, aceptaron corriendo el triunfo de Calderón, reconociendo y ensalzando al IFE y descalificado las protestas del PRD: "no le apostamos al conflicto. En la democracia se gana o se pierde con un solo voto, y lo asumimos plenamente". La combinación de la contundente derrota del tricolor, aunada a estas declaraciones (acuerdos tras bambalinas de un oportunismo desenfrenado), ¿precipitarán por fin el golpe de Estado interno que ya todo mundo corea? Quizás, ya veremos, pero ése es otro asunto.
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El operativo hasta el martes parecía bien planeado y los responsables del IFE parecían tener elementos para sostener un discurso hasta cierto punto convincente. Un hecho, sin embargo, vino a enturbiar todo el panorama y a sembrar la desconfianza: entre el lunes y el martes aparecieron resultados de casillas que habían sido "puestas de lado" y que le eran claramente favorables a AMLO de manera que se acortó su distancia del 1.1 a 0.6 por ciento. Sólo con un programa cibernético se pudieron haber "puesto de lado" esos resultados tan desfavorables al candidato de Estado. Pero ese hecho tuvo el efecto de desatar la furia en un bando y sembrar la duda en el otro: lo de Hildebrando y la manipulación del padrón ha comenzado a revelarse con evidencia incontestada, y entonces la demanda de revisar voto por voto, y no sólo acta por acta, amenaza convertirse en una confrontación muy seria entre el PRD y los cada vez más cuestionados consejeros del IFE. Todo esto podría conducir a dos escenarios más: por una parte, al terreno de las instituciones políticas y la legitimación del nuevo gobierno, cuya arena principal sería la parlamentaria: buscar por todos los medios que sean anuladas las elecciones, debido a la sucesión infinita de irregularidades antes, durante y después de los comicios, trabando el funcionamiento institucional de la República, no permitiendo, por ejemplo, la instalación del nuevo Congreso el primero de septiembre y haciendo imposible la gobernabilidad.
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Sería una fatigante redición de 1988 que puede atascarse, aunque también podría conducir a un arreglo político en el que probablemente ya no estarían los mismos candidatos, colocando en su lugar a una figura de consenso, a una personalidad de conciliación nacional arropada con un gobierno de coalición. Para que esto fuera posible, primero tendría que producirse, en el interior del PRI, una revuelta que desautorizara el reconocimiento que Madrazo otorgó a Calderón.
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El tercer escenario sería uno en el que el perredismo, después de demostrar una infinidad de irregularidades contables (aunadas a las marrullerías ya detectadas), decidiera declarar un fraude electoral asumiendo todas las consecuencias de abandonar la mesa de negociaciones y enfrentar al arsenal la "deslegitimación" cibernética y televisiva del status quo. Un escenario así implicaría pasar a la movilización popular, a la presión directa, y conduciría a que el pequeño grupo que rodea a AMLO tuviera que darle cabida, y sin duda la prioridad en las decisiones, al ancho caudal de las corrientes de base del partido, todo ello inscrito en una dinámica inevitable de radicalización y de confrontación. Abonan en una salida así el hecho de que la gente ya no quiere lamentarse otros 18 años por no haber sabido defender un triunfo y el argumento de que en el valle de México el perredismo popular es muy consistente y es en ese espacio donde se asientan las instituciones de la República.
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Este escenario presenta, sin embargo, debilidades que no sólo derivan de las resistencias de cualquier cúpula a ser desplazada, sino también del hecho de que gran cantidad de dirigentes no querrán poner en riesgo sus curules, cuyo número creció fuertemente en estos comicios. Por lo demás, los responsables de mantener el orden serían los propios gobernantes perredistas del Distrito Federal, y eso naturalmente complicaría muchísimo las cosas. Pero si una dinámica así se desatara, no cabe duda de que también exigiría una salida política consensuada: un gobierno de coalición.
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Es difícil que los conflictos electorales deriven en grandes confrontaciones políticas, pero una mala salida de este tipo resulta como los terremotos: a mediano plazo terminan resquebrajando la cohesión social.

dimecres, de juliol 05, 2006

Me duele mi país

http://www.jornada.unam.mx/2006/07/05/016a1pol.php

Me duele mi país. Me duele hasta las raíces más profundas que me habitan. Me duele verlo dividido entre pasiones muy oscuras. Y así, advertir con impotencia los bordes de un futuro acaso incierto. Me duele ver el ansia de sus ciudadanos respondiendo al llamado de las urnas de una manera nutrida, pacífica, desde un tiempo largo y turbio de ignorancia.
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La ignorancia -esta lacra secular nuestra- la tomo aquí de dos maneras. Una, desde luego, la deficiente o nula escolaridad de una porción amplia de la población. La otra, una forma de dejar de ver, de ignorar, de hacer de lado, los elementos de realidad para dejarse sorprender por una sensación de apremio ante la "amenaza" tan prolijamente difundida.
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Me duele haber visto a la gente tan crispada bajo razones, las más veces mentirosas, que fueron torciendo voluntades. Me duelen los embates de una guerra sucia que obnubiló el pensamiento hasta los bordes de la estulticia.
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Me duele la defensa a las prebendas de unos cuantos, que se unieron temerosos de perder sus privilegios adquiridos en una inequidad flagrante. Quizá, de otro modo, ya no se habrían multiplicado estas prebendas tan impunemente como antes. Y sólo la perversidad de los mensajes, tan machaconamente repetidos, los llevaron a creer patrañas tales como que perderían su patrimonio. Para bien o, diré mejor, para mal, el país está acotado por las leyes de su tiempo. El reino absoluto del Rey Sol hace siglos ha sido rebasado y Stalin, por ejemplo, murió ya hace más de medio siglo. Hoy imperan leyes que no reconocen fronteras nacionales, pero que es imposible dejar de lado.
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Me duele el engaño a una mayoría hambrienta que no sólo es manipulada por el gobierno, sino que asimismo lo es por los sermones parroquiales. Los orígenes humildes del cristianismo hace mucho que son letra muerta, porque el clero dominante tampoco está dispuesto a privarse de sus condiciones ventajosas. Sé, sin duda, también de la existencia de otro que sigue aquellos antiguos preceptos.
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¿Qué ofrece esta lucha desigual, donde el más pobre recibirá la displicente limosna de los ricos? El altruismo se vuelve un vocablo equívoco, apoyado en la ignorancia cultivada durante muchas generaciones: "Hijo mío, el premio a tu sumisión lo hallarás en el otro mundo". ¿Y qué hay para éste? ¡No hay nada! Porque los empresarios -tan activamente presentes- buscarán que todo siga igual para ellos. Si acaso, una limosna dirigida a cerrarles los ojos, cerrarlos a la obviedad de la injusticia. Y la clase media -igual de ignorante que la inmensa mayoría- se desbordó enviando y atendiendo mensajes abusivamente mentirosos. Primó el miedo que se esparció como reguero de pólvora.
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Me duele mi país en su ignorancia atizada por la moral doble de aquellos que defienden este estado de cosas. Los bienes de la nación deben ser para la "gente decente". Y admiro su eficacia, la eficacia que los vuelve ejército de leones persignados por los mandatos civiles y por el fanatismo que el escaso saber, o querer saber, propicia. ¿Qué gana la inmensa mayoría de pobres? Nada. No gana nada. Si acaso, el emigrar hacia un país con una frontera armada.
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El campo no es negocio redituable. Por tanto, que se mueran los que no han comido bien, pero que han sido muy bien nutridos por palabras huecas que aterrorizan buscando paliar -en el discurso- sus carencias. Finalmente, si la fruta o la hortaliza es extranjera, nosotros, "la gente decente", no nos privaremos de éstas. Los demás, que se rasquen con sus uñas.
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Y es que la educación tan defectuosa que ahora -más que nunca- va a estar dispuesta a ejercer una selección natural -no inoperante- que a ésta tendieron los mensajes, y que orilló a permanecer en el camino que hace alarde de una sana macroeconomía, sin tener en cuenta el bienestar de esa enorme cantidad de gente sin futuro.
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Pero el poder de la palabra mendaz ha probado sus bondades, mientras aquella clase de muy pequeños burgueses -miopes e ignorantes- luchó con pies y manos para que nada pudiera ser modificado. Un gatopardismo inmundo. La gente, ayuna de protección social, se dejó seducir -en su ignorancia- por el canto de unas sirenas que no lo hacían para ella.
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Me duele la ignorancia de la gente de mi país que no mira hacia adelante. ¿Y cómo puede hacerlo en este estado de cosas? El espejismo del país del norte llama a muchos desarrapados con un llamado engañoso a resolver lo que el gobierno dejó al margen. Y esto, a sabiendas del trato lamentable del que son objeto los audaces que deciden arriesgar la vida cuando en su patria han sido abandonados.
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Me duele el alarde de democracia que alaba la asistencia a las urnas. Y así sería, si las condiciones no estuvieran manchadas por la serie de amenazas que las enturbió de forma dolosa.
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Me duele el alborozo de las mujeres de derecha, que celebran el resultado de estas elecciones. Porque, tanto las mujeres como los homosexuales, como quienes buscan en la educación y la cultura una puerta que permita el libre acceso a este tiempo nuestro, han sido derrotados. ¿Cómo -me pregunto- se alegran de ser ordenados a la obediencia infame que dictan los prejuicios? Y de inmediato me respondo: por ignorancia.
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Me duelen las leyes del mercado, que han probado su inefectividad para la mayoría que no goza de los derechos plenos con los que se buscaría el acceso, si el bienestar del país, pero más aún el de sus habitantes, fuera tomado en cuenta.
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Pero hoy y mañana el apoyo a la ignorancia continuará su camino en este estado de cosas. ¿Para qué el civismo, la geografía, la historia antigua? ¿Para qué, si se ha acordado, y con esta votación controvertida se apuntala, que es irrelevante para los dueños del capital y para los omisos?
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Y en esta ignorancia funesta que nos bordea, surge, crece y prolifera la corrupción, que es otra grave lacra de este pueblo, que pareciera que sólo así subsiste. Unos cuantos, en la abundancia más inicua, el resto, amplio y descartado desde la cuna, es conducido borreguilmente a obedecer las palabras de la "gente de razón".
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Me duele la democracia, acotada por las amenazas y la superioridad de los que dominan con su verbo tramposo.
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Me duele mi pobre país. Y me duele verme en esta indefensión.

¿Cuánto miedo le tienen a AMLO?

Por Ciro Gómez LeyvaMéxico, D.F. - Miércoles 5 de Julio de 2006http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.asp?id=105731

Es enfermiza, irresponsable, la insistencia de los dirigentes del PAN y algunas personas, grupos empresariales, locutores de radio e incluso medios de comunicación, para que Andrés Manuel López Obrador reconozca su derrota en las elecciones del domingo. Esa prisa intransigente es hoy la principal amenaza para echar a perder la luminosa jornada del 2 de julio.
¿Por qué tendría López Obrador que levantarle la mano a Felipe Calderón, si el propio presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, ha aceptado que, por inconsistencias o errores, 3 millones de votos emitidos no están cargados al PREP? ¿Por qué tendría que hacerlo si el PREP sólo le da una ventaja de 400 mil votos a Calderón?
Pero la obsesión por enterrar al odiado Peje está superando a la lógica más simple. Nunca pensé que los grupos conservadores le tuvieran tanto miedo a Andrés Manuel.
Esos fanáticos, mal disfrazados de demócratas, deberían sentarse a estudiar lo que ocurrió en Alemania hace poco. El 18 de septiembre pasado, la coalición de la Unión Democrática Cristiana y la Unión Social Cristiana, con Ángela Merkel al frente, ganó por un millón de votos la elección de los miembros del Parlamento al Partido Socialdemócrata, de Gerhard Schröeder. Pero había una controversia sobre cómo se debían repartir los escaños. Merkel y los suyos se movieron y Schröeder apeló en todas las instancias legales al alcance, antes de aceptar que había perdido y dejar su cargo de canciller el 22 de noviembre. Dos meses y cuatro días tomó dirimir la elección en la Alemania ejemplar.
Por no hablar de Al Gore, el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos en el 2000. Obtuvo más votos de la gente que el republicano George Bush, pero al final, Bush ganó con los votos del Colegio Electoral: 271 a 266. La clave era el estado de Florida, que aportaría los votos decisivos en el Colegio Electoral. Bush ganó gracias a 537 personas que marcaron la diferencia en Florida. Quinientos treinta y siete sufragios en la gran democracia occidental.
Gore llevó el caso a la Suprema Corte de Justicia, que, tres semanas después de los comicios, resolvió cerrar el proceso y proclamar ganador a Bush.
No entiendo, pues, por qué nuestros fachos se enfurecen porque López Obrador pide, simplemente, que se cuenten los votos.

Que no decaiga el ánimo

Parece que la campaña de desmoralización fraguada no sé por quien no surte efecto. El Instituto Federal Electoral de México está hecho un relajo. Faltan por contar cientos de miles de votos y hay que revisar miles de discrepancias. No hay nada dicho, aunque las televisoras ya votaron y los periódicos de derecha ya alardean sus triunfos, pero no, esto apenas comienza. Con serenidad y firmeza hay que presionar para que se haga valer lo que es. Izquierda de Europa: no crean que ya se decidiò la elecciòn, para nosotros es tiempo de escribir y presionar a las autoridades mexicanas a garantizar la plena legalidad del conteo de votos. Vamos

dimarts, de juliol 04, 2006

Did We Really Lose?

By one point only, it seems we have a new president, and not the right one. The Right has done it. It succesfully managed to scare, shock and awe the bulk of the Mexican brainless Middle-Classes into thinking that only them can be a good government. The Extreme Right has come into power. I feel a bit of a combination of sadness and anger, yet, I know that Mexicans are a people that resent any sort of change. Most Mexicans then feel happy to remain a chained people. They've learned to love the masters that keep them on their knees. And therefore, if this result turns out to be valid, they will certainly have voted the kind of rulers they deserve. I'm at peace, my family and close friends are all thinking people and voted for the choice they knew would give hope. As I always do, I will regroup, put myself together and fight back. Although perhaps not here, it seems to me that Mexicans have finally shown what they are really made of. And that material is certainly not gold. Could be even less than cheap metal.

dissabte, de juliol 01, 2006

On the Eve of the Mexican General Elections

We're a few hours away from electing a new governmenty in Mexico. The campaign has been by and large dirty and pitiful. This may be the second time that the former lord of Mexico, the Revolutionary Institutional Party won't be winning it, but yet, it seems its systems has so made malfunction the whole scene of Mexican politics, that every trick and every vice has been learned by the opposite parties. In this media-dominated times, the spectacular and outrageous has been the tone used by the right wing to ingratiate itself with the masses, at the same time trying to cover up its substantial failure in delivering a good, meaningful government. There's not a lot to become enamoured with the left either, but they can be at peace that they didn't start the hating. Tomorrow it's basically going to be a battle of two big realities: the fight of the status quo for things to stay the same, that is for 20% of the country to suffocate and hate the major 80, or perhaps a ray of light for the vast majority. I feel no pride whatsoever in being Mexican. I feel deeply ashamed of how we've come to format our country. I feel, in many ways, trapped in this place. I certainly hope the Left wins tomorrow, and I hope the national state of hate will diminish so that we can become somewhat civil again. So be it.