Apunte 7.
Beethoven
2000.
Contexto Histórico
Bonn
Hacia el final
del siglo XVIII, en 1780, José II se convirtió en el único gobernante del Sacro
Imperio, y decidió nombrar a su hermano Maximilio Francisco como sucesor
designado y arzobispo-elector de la ciudad de Colonia. Bajo el gobierno de
Maximiliano, Bonn se transformó de pequeña comunidad provincial en una
floreciente ciudad capital y cultural. Era una persona más bien de tendencias
conservadoras, sin embrago optó por la apertura de una universidad, además que
decidió limitar los poderes de su propio cuerpo de clérigos, y abrió la ciudad
a todo aquel intelectual, de esa manera las ideas de personajes como Klopstock,
Lessing o Goethe.
Viena
En la capital
austríaca de finales del siglo XVIII, el gusto por los recitales, conciertos y
demás ocupaciones que tuvieran que ver con la música se convirtieron en los
pasatiempos preferidos de la aristocracia, incluso el nivel de enseñanza que
había alcanzado la música entre los aristócratas era de muy alto nivel, y pese
a ser amateurs, se puede afirmar que había un buen número de concertistas y
músicos entre ellos.
Los ideales del
siglo de las luces se habían propagado rápidamente entre la refinada sociedad
aristocrática, sin embargo, la corona de Habsburgo continuaba con el férreo control
del poder. Beethoven fue un continuador de los ideales que buscaba la
Ilustración, del clasicismo y la excelencia aristocrática, como digo el
profesor Sergio Berlioz: “fue un hijo espiritual de la Revolución”. Sin
embargo, ya se encontraban en el aire los ideales de la Revolución francesa,
que si bien no penetraron de facto o fueron aplicados directamente sobre la
administración germánica, si impactaron a los hombres con sus ideas de
libertad, fraternidad, igualdad.
En el ámbito
intelectual, las grandes influencias provenían de los autores franceses como
Voltaire, Rousseau, Montesquieu, empero, ya en el mundo anglosajón se contaba
con intelectuales de encendida vocación libertaria y espléndido
desenvolvimiento técnico, tal es el caso de Wolfgang von Goethe, y Friedrich
Schiller, que conformaban el círculo intelectual más importante, en la ciudad
de Weimar.
Generalidades Biográficas
Antecedentes, juventud y formación
Ludwig van Beethoven fue bautizado en 17 de diciembre de
1770 en Bonn, actual Alemania y era el hijo mayor de Johann y Maria Magdalena
van Beethoven, quienes habían sido padres de otros aún mayores, pero que sin
embrago, fallecieron. La familia Beethoven era de origen flamenco y se había
establecido en territorios alemanes cuando el abuelo paterno de Ludwig mudó a
Colonia para fungir como cantante en el coro del Arzobispo-elector de la
mencionada ciudad renana.
El padre de nuestro Beethoven
también se desempeñó en la labor de cantante, además de llegar a realizar
composiciones. La posición económica de la familia era satisfactoria, sin
embrago, la situación tomó un vuelco tras la muerte del patriarca, y
posteriormente con el grave problema de alcoholismo que Johann desarrolló. Así,
los Beethoven se convirtieron en una familia más bien de escasos recursos;
incluso a los once años el joven Ludwig tuvo que abandonar la escuela, y hacia
el final de su adolescencia se convirtió en el proveedor de la familia, ya que
si bien su padre se había percatado de su talento para el piano, y tuvo toda la
atención de hacer de él un chico prodigio (Wunderkind) como Mozart, no fue
realmente sino hasta la tardía adolescencia de Ludwig que sus atributos
musicales comenzaron a llamar la atención.
En la década de los 1780, Beethoven
aprendió y trabajó con Christain Gottlob Neefe, organista de la corte en Bonn.
En 1787 el joven había logrado avances sognificativos, por lo que el elector de
la ciudad lo envió a Viena para que estudiara con Mozart. Tan solo
transcurridos dos meses, el chico se vio en la necesidad de regresar, puesto
que su madre había muerto; en esta época se nos cuenta que Mozart alabó gozoso
el talento de su efímero alumno.
Entonces, Beethoven permaneció
durante cinco años en Bonn, dedicándose a tocar varios instrumentos en la
orquesta. Durante ese periodo conoció a un grupo de aristócratas que gustaron
del talento del hasta entonces músico aólico. Se relacionó con la viuda von
Breuning, otrora esposa del canciller del mismo nombre. La mujer le contrató
como maestro de dos de sus hijos. A través de la señora Breuning Beethoven se
relacionó con otras personalidades de la alta sociedad que requirieron sus
servicios como músico. En 1788 conoció a su contacto más importante hasta la
fecha, el conde Ferdinand von Waldstein, un amante de la música y partícipe de
la más distinguida aristocracia vienesa. A través de las veladas y tertulias
organizadas por la señora Breuning, el conde apreció las cualidades de
Beethoven y pronto se convirtió en su admirador. Waldstein le instó a componer
una serie de obras, mismas que fueron del conocimiento de un notable compositor
de la época, Haydn.
El renombrado compositor iba de
camino a Londres en 1790 cuando realizó una escala en Bonn, y fue objeto de
agasajos por parte del elector de la ciudad. Entre otras cosas, conoció al
joven Ludwig, y al regresar de la capital inglesa dos años después, el joven
aceptó la oferta de Hayd de convertirse en su pupilo. De esta manera, abandonó
la pequeña ciudad del Rín, y partió con el compositor. Beethoven nunca más
volvería a Bonn.
Beethoven en Viena
El músico alemán era considerado un
virtuoso del piano, y ese hecho llamó poderosamente la atención a la
aristocracia vienesa. A su arribo, continuó teniendo el favor del conde
Waldstein, puesto que fue el conde mismo quien lo relacionó con otros
personajes de la vida social de la ciudad, y que a la postre se convirtieron en
patrocinadores activos del artista, por ejemplo, el barón van Swieten, y el
príncipe Karl Lichnowsky.
Haydn mientras tanto continuó
enseñando al talentoso recién llegado. Pasado un tiempo, Beethoven buscó la
asistencia de otros maestros, para lograr resolver los problemas que tenía en
ciertas áreas del aprendizaje, que Haydn no podía ya resolver. Entre las
personas que le asistieron contamos con Johann Georg Albrechtsberger y Antonio
Salieri. Hacia 1795 Beethoven realizó su primera aparición pública en Viena.
Problemas auditivos
Hacia 1800, los primeros síntomas de
sordera habían comenzado a manifestarse en Beethoven; sin embargo, el ritmo de
su vida pareció continuar inalterado, seguía tocando para la nobleza y en actos
públicos. Ya en 1802 era claro que la degeneración era progresiva e inexorable,
y no importa cuántos médicos consultase, estaba en camino de quedarse
completamente sordo.
Para 1819 su sordera fue total y
absoluta. Entonces se convirtió en menester que portara una libreta para que
sus conocidos apuntaran lo que les interesase comunicarle, mientras él
respondía oralmente. La consumación de su sordera le afectó anímicamente de
sobremanera. Al no poder oír una nota más de lo que tocaba, su actividad se
enfocó más a la composición y tomó refugio en la zona de las villas cercanas a
Viena.
Beethoven y su sobrino
En 1815, Caspar Carl van Beethoven,
hermano del compositor murió de tuberculosis, dejando a su viuda, Johanna, y un
hijo, de nombre Karl. Beethoven comenzó inmediatamente la labor de obtener la
custodia de la criatura, misma que obtuvo después de años de pleitos en los
tribunales (1820). Se preocupó por criar con todo afán a su sobrino, pero
aparentemente esta situación se volvió en contra de los intereses del joven, ya
que fue tal la presión del tío que en 1826 intentó suicidarse.
Durante muchos años, Beethoven
consideró a la mujer de su hermano como una mujer inmoral, básicamente dañina
para su ambiente. Johanna venía de una familia acomodada, casó con Casper y el
tono del matrimonio era la violencia, ya que incluso hubo disputas penales dentro de la convivencia conyugal. Al
redactar su testamento, el hermano de Beethoven dejó manifiesto que deseaba que
tanto su esposa como su hermano tuvieran la cotutoría del menor Karl, aunque el
compositor no había expresado la menor intención de llevarse con su cuñada, o
sea, quería la tutoría para él unicamente.
Beethoven durante años mostró
una actitud más bien agresiva y acusatoria contra la madre de su sobrino, si
bien por momentos rozó en lo ambivalente y la hostilidad también fue dirigida
al propio Karl. En toda la bibliografía beethoveniana se ha mostrado como un
hecho fascinante toda la energía y recursos gastados por el artista para
“apropiarse” de su sobrino, hecho que mermó su capacidad creativa durante años,
y le ha merecido múltiples críticas por las enormes faltas de moral y ética que
pudiera haber infringido, aunque bien pensaba que lo que hacía era únicamente
en el beneficio de su sobrino/hijo.
Maynard Solomon en este respecto
interpreta:
En el curso de la formación y la disolución de esta familia originada
en la fantasía, Ludwig van Beethoven aprendió algo acerca del carácter de la
paternidad, y rozó áreas de experiencia de las que hasta allí se había visto
excluido. Apropiarse de su sobrino fue el modo deformado que Beethoven utilizó
para destruir los esquemas rígido de una vida de soltero y vivir las pasiones y
tragedias de las relaciones humanas profundas
Beethoven concibió poco después de
su lapso 1815 – 1820 algunas de sus obras más notables, misma que se puede
identificar como el periodo final de su creación artística. Las composiciones
más importantes de este momento comienzan con las dos sonatas para piano y cello, op. 102, La sonata para piano en a major, opus 101, y la sonata para pano en b mayor. En 1823
finalmente pudo completar la Missa
Solemnis que se le había encargado años antes.
Entre tanto, había escrito sus tres
últimas sonatas para piano (1820 – 22) y había trabajado esporádicamente en la
realización de lo que a la postre se convertiría en la 9na sinfonía. Hacia 1824
la obra ya parecía haber comenzado a tomar forma. Todo el asunto de la
tutoriedad había sido un factor que influyó en su manera de concebir el
trabajo. Solomon piensa lo siguiente:
El camino que condujo a las últimas obras de Beethoven
fue peligroso, y estuvo cargado de sentimientos de ansiedad y tocó dominios de
significado traumático, suficientes para socavar – y casi destruir – la
personalidad del compositor. En el curso de esta lucha titánica, Beethoven se
aproximó a la frontera de una patología irreversible. Consiguió retroceder
aprovechando los recursos de su ego y mediate la ayuda – por involuntaria que
fuese – de Johanna van Beethoven, que sostuvo ante los ojos del compositor el
espejo de la realidad e insistió en que sus actos fuesen juzgados de acuerdo a
las normas del derecho y la moral. En definitiva, la lucha heroica y apasionada
de Johanna por su hijo y por la defensa de su maternidad impidió que Beethoven
perdiese contacto con el núcleo íntimo de su propia humanidad.
Beethoven murió en 26 de marzo de
1827 en Viena. Poco antes su estado de salud había deteriorado tras cuatro
operaciones previas. Un hecho significativo que le conmovió fue el recibir de regalo
100 libras esterlinas por parte de la Sociedad Filarmónica de Londres, que le
enviaban aquel presente como señal de solidaridad, y para que también pudiera
solventar sus gastos. Cuentan las crónicas de la época que a su funeral
asistieron alrededor de 20,000 o quizá hasta 30,000 personas.
La Novena Sinfonía
Como fenómeno universal
Desde 1817-18, Beethoven ya tenía
algunas ideas o fragmentos de lo que a la postre se convertiría en la Novena
Sinfonía, pero es de aclarase que no comenzó a trabajar en el opus completo
sino hasta 1822, labor que le ocupó hasta 1824. Fue interpretada por primera
vez, y con resonante éxito en el teatro Kärntnertor de Vienna el 7 mayo de
1824; precedida por una overtura y la parte de Kyrie, Agnus Dei y el Credo de
su Missa Solemnis. Para esta fecha su
sordera era ya absoluta, por lo que la dirección de orquesta corrió a cargo de
Michael Umlauf. Nos indica la historiografía que los intérpretes solistas
fueron Henriette Sontag, Caroline Ungerm Anton Haitzinger y Joseph Seipelt.
El impacto de esta obra sobre el Geist de Occidente podría afirmarse no
tiene paralelo en la Historia, pocas obras se han convertido en un evento por
sí mismo, o han sido tan aclamadas o celebradas como es la Novena. Un ejemplo
de este impacto nos lo ilustra la siguiente cita:
Few musicians would assert that the Ninth is the
greatest of all symphonies, that it is the summit of Beethoven's achievement,
perhaps not even that it is his finest symphony or, in any altogether personal
way, their own favorite. Yet we treat it as though we did, in fact, believe all
those things. It claims a special place, not only in the history of the
symphony and in Beethoven's growth as artist, Mensch, and public figure, but
also in our own hearts and heads, in what we remember and what we look forward
to. Its performance can never be an ordinary event, just another concert, and
not even recordings have been able to kill that. Insistently, its shadow falls
across the music of the nineteenth century and the early years of the twentieth.
La Novena como obra en
sí misma
El trabajo de la Novena requirió una concepción de muchos
años y por supuesto en el convergen los avances, triunfos e innovaciones de la
música hasta su momento. De la misma forma, pocas obras podrían sentirse tan
ligadas a la biografía de un artista como es la Novena.
Desde su
juventud, Beethoven había entrado en contacto con el texto, obra de Friedrich
Schiller, uno de los dos pilares de la literatura alemana (junto con Goethe).
Se tiene la referencia que ya en 1815, el compositor había realizado el
bosquejo de una fuga con el tema de An
die Freude. Para 1823, la construcción de la sinfonía ya era un hecho, y de
hecho ya contaba con el primer movimiento, el resto de la obra probablemente ya
estaba bosquejado, pero en la cabeza de Beethoven.
La obra
comienza en re menor, pero termina en re mayor; altera los movimientos de
manera muy particular:
1)
Allegro
2)
Scherzo
3)
Adaggio
4)
Allegro
La sinfonía es
en sí misma una obra de proporciones muy afectadas, ya que su duración se
prolongo más de lo que la costumbre hasta entonces marcaba como tradicional. De
acuerdo a lo visto en clase; el tercer movimiento es la espina dorsal de toda
la pieza.
En cuanto a los
movimientos se divide de la siguiente manera:
1)
Sonata
2)
Ternaria
3)
Tema
con variaciones
4)
Tema
con variaciones
Primer
movimiento:
Introducción, Tema
A, exposición, B, Coda
Desarrollo A Reexposición
A, B
Coda/desarrollo
Segundo
movimiento:
A B
A Coda
Tercer
movimiento:
Introducción A
Ai Aii Aiii Aiv Av Coda
Cuarto
movimiento:
Ruido Ruido [Recuerdo
primer movimiento)
Recitativo Recitativo Recitativo
[Recuerdo segundo
movimiento] [Recuerdo tercer movimiento]
Recitativo
[Bosquejo cuarto movimiento] A
Ai Aii Aiii
Recitativo Recitativo
Ruido Aiv Av Avi Avii Aviii
Recitativo bajo
Aix Ax Axi Coda/Axii
La partitura
indica el uso de los siguientes instrumentos:
Dos flautas y
un piccolo, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes y contrafagotes, cuatro
trompetas, tres trombones, tímpano, triángulo, timbales, percusiones, y
cuerdas, además de la soprano, contralto, tenor y bajo (solistas), y cuatro
coros mixtos.
Alrededor de la
Novena, anécdotas y mitos
Una vez
completa la pieza, Beethoven necesitaba un lugar para estrenarla, por supuesto,
sin embargo – en Viena toda la moda estaba acaparada por el gusto por Rossini,
e incluso se dice que nuestro autor llegó a pensar en estrenar su reciente
sinfonía en otra parte, incluso en Berlín. Finalmente fue persuadido a quedarse
en Viena y realizar allí el estreno. Como el gran evento que se figuraba, fue
una situación muy compleja la logística del evento, por ejemplo, escoger la
sede, el director, los cantantes, etc. Con excepción de Seipelt, todas las
voces eran reconocidas y se les tenía en muy alta estima por los expertos y los
diletantes.
En el año de
1826 se publicó la partitura, y para editarla se requería de una portada con
dedicatoria, las fuentes indican que Beethoven meditó mucho al respecto, ya que
por su enorme cantidad de contactos, patrocinadores, amigos y conocidos, tenía
una baraja de posibilidades por demás exhaustiva. Finalmente se decidió por
Federico Guillermo de Prusia. La decisión final pareció más bien extraña a sus
contemporáneos, sin embargo, Maynard Solomon lanza como hipótesis que esta
dedicatoria tiene que ver con e rumor que corría en la época que Beethoven era
hijo ilegítimo, pero no únicamente ilegítimo, sino hijo del mismo rey prusiano.
‘An die Freude’ de Schiller
El poeta la escribió entre octubre y noviembre de 1785, en
Loschwitz, y en su momento más bien era una celebración en el contexto de la
embriaguez del vino, no es aquí espacio para describir todas las vicisitudes
por las cuales pasó Schiller, pero hacia 1803 volvió a publicar su poema con
las modificaciones que después utilizaría Beethoven para su sinfonía. Beethoven
la conoció y se prendió de ella hasta dar como resultado su obra máxima.
Conclusión:
Personalmente, la Novena es la obra musical que más disfruto
entre todas, creo que Beethoven reconceptualizó un poema básicamente menor para
proyectarlos a las más insospechadas alturas. El llamamiento ético y humano de
Beethoven, en combinación con la compleja estructura de su obra me da a
entender perfectamente la magnitud de su peso en la historia de la música, y
sobre todo – la magnitud de él mismo como persona, en su contexto y bajo las
condiciones que padeció.
We can also
report that, in 1803, Schiller re-published his "Ode an die Freude"
in its new version, in which two lines of the first strophe have been changed./
BIBLIOGRAFÍA
A.a.V.a, Ludwig van Beethoven 1770/1970, Ed. Inter Nationes, Bonn – Bad Godesberg, 1970, pp. 58-75
Berlioz, Héctor, Beethoven, Ed. Espasa – Calpe,
Madrid, 19794, pp.29-57. ISBN84-239-0992-1
Solomon, Maynard, Beethoven, Ed. Javier Vergara, Buenos
Aires, 19902, pp. 286-314, 359-97, ISBN 950-15-0251-1
Michael Steinberg, “Symphony No. 9 in D minor,
Opus 125”, en http://www.geocities.com/Vienna/Strasse/2914/beethoven/