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La historia explora todos los puntos que derriten a todo romántic@ empedernid@, al lerdo y al zafio emocionalmente hablando, claro, es más parece que vieron las telenovelas de Televisa y llegaron a la misma conclusión: el amor lo puede todo, todo. El asunto va así, Isabella, nativa de Arizona, es empujada por las circunstancias a mudarse con su padre al estado de Washington, noroeste de los EEUU, que climáticamente constituye la antítesis de su entorno original. Bella, como prefiere llamarse a sí misma, es una chica bastante equis, normal, sin mayor historia, como cualquier chamaca de 17 años. La actriz que encarna a la protagonista, Kristen Stewart, es una muchacha llena de ticks, y que pretende dar algún matiz a su performance mediante miradas largas y bocas abiertas. No me convenció en lo absoluto. Tal vez dio una audición sensacional, o quizá está mal dirigida, pero el chiste es que no le creí nada. Bueno, en fin. Al ser la novedad en su húmedo pueblo, Bella es bien acogida en su nueva escuela, y pronto se convierte en objeto de interés de los chavos, mas ella permanece distante, como que sus nuevos amigos no la merecen, y no es particularmente simpática. Empero, le llaman la atención los Cullen, grupo de que no socializan, son foster kidsfashionably pálidos y traen una vibra, uff, como si estuvieran arriba de todos. Edward, el galán de entre ellos es, obvio, quien provoca la mayor curiosidad de Bella.
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Total, la cinta se va desenvolviendo de tal manera que Bella y Edward se enamoran perdidamente, y ella desentraña el misterio de la naturaleza de su amado. Además, el guión rescata el montón de líneas propias de los años treinta, y la verdad es que si te las dicen, y estás como clavadón, te derriten ipso facto, a saber: "no tengo la fuerza de estar lejos de ti", "quiero estar contigo, para siempre", "haré lo que sea necesario para que estés segura", etc... Edward Cullen es encarnado por el británico Robert Pattinson. ¿Han notado que a los gringos todavía les apantalla sobremanera la flema inglesa? Creo que se desenvuelve mejor en su papel que su coestrella, tiene más tablas, más presencia y por supuesto que no aparenta para nada los 17 años que se supone tiene. Metiéndome un poco en asuntos de género, me perturbó que aunque Bella supiera que su novio es un monstruo, un asesino (al menos de animalitos) y que era una cosa a todas luces contranatura, ella se declara loca de amor por él. O sea, ahí vamos otra vez con la mujer incapacitada para tomar decisiones que no la lleven a la destrucción. Me recordé la canción de la Trevi donde dice.. "lo voy a querer"... En fin, Bella está embobada por la (estulticia), digo, criatura que tiene ante sí, y no habrá poder humano que la haga cambiar de opinión. En lo que respecta a Edward, pues es un adolescente vampiro o vampiro adolescente, lo cual me hace preguntarme ¿madurarán en edad los vampiros, o se quedarán en la edad física en la que fueron convertidos? A mi parecer, el protagonista es un vampiro más bien inmaduro, toda vez que a sus 100 años de vida-no-vida, y de experiencia, se enamora de una chamaca novata e inexperta. Las razones de su infatuación yacen en dos puntos: 1) su olor, y 2) literalmente no puede "leerla." Otra vez acudimos a varios problemas bajo dichas justificaciones: el vampiro, hombre, por muy vampiro inmortal que sea, no deja de ser un macho fácilmente excitable por el olor de la presa, esclavo de su hormonal instinto adolescente de consumar el encuentro con el objeto de su deseo, en este caso, chuparle la sangre a la infeliz que le maltoque provocar al fulano. Y el asunto de que no pueda leer la mente de la muchacha también me llama la atención. Aquella chica que constituya la excepción a la regla se convierte en un trofeo todavía más precioso, deseable y retador que las otras. No hay nada que excite más a un depredador que una jugosa presa que se haga la difícil.
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Claro, Edward ofrece una importante cantidad de regalías que lo convierten en un boyfriend bastante interesante. Fuera de sus instintos asesinos, el chico es el novio perfecto: corre, vuela, se acelera, y gosh, con su carita de mustio, ¡te vuelve loca! Tiene una nómina de poderes que ni el pinche supermán, además su piel es única en la historia del cine. La autora de la novela ahora sí que se voló la barda con eso. No, y espérense, resulta que la vampiresca familia Cullen es además de lo más sofisticado, fashion y trendy que se puedan imaginar. Tienen una casa digna de discípulo de Frank Lloyd Wright, visten de acuerdo al último grito de la moda, tienen unos peinados súper cool y parece ser que hasta cultos son, y en el fondo, parece que no son tan malos. Comparados con los sobrenaturales Cullen, todos los demás personajes del pueblo son el gringo promedio, gris, sin mayor interés y bastante sosos. En este sentido, mantiene la tradición de poner a los vampiros como sofisticados, pero sin lo tétrico, onda tipo Drácula. Eso sí, la producción intentó verse inclusiva en el reparto, hay actores y actrices de diversos estratos étnicos, aunque eso sí, tanto Bella como Edward y su familia son rabiosamente WASP.
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Los olores de Bella, literalmente, provocan una contingencia que pone en entredicho el romance de los adolescentes, pero con suerte y fuerza bruta logran superarlo, llevándonos a un final feliz harto meloso y que nos anuncia las siguientes dos secuelas de la serie.
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Hay varias cosas que vale la pena explorar, por un lado, la cuestión del miedo al extraño, desconocido, al otro, que se ve en los obstáculos que van superando los enamorados para consolidar su romance. Este asunto es ahora harto común en el cine norteamericano, aunque Twilight propone una feliz unión entre extraños, mientras que en el cine comercial más bien lo vemos en las películas de mostros comeciudades y cosas así, en las que la ansiedad por el otro lleva a un desentendimiento total y la destrucción de su amenaza.
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Por otro lado, la película utiliza mucho tiempo para explorar la tensión sexual entre sus héroes. Son adolescentes, bueno, al menos una, y la sexualidad juvenil es una cosa que les puede mucho a los vecinos del norte. Un vistazo como que en mala onda me revela que estoy frente a una película casi de derechas moralistas. La historia propugna el amor de pareja, pero más bien con tintes de santos-esposos-que-hacen-vida-de-santos, puesto que los amantes no se tocan, no pueden ni deben tocarse malamente. No hay intercambio de lascivas caricias ni secreciones corporales. En suma, no hay polución. Bueno, nomás tantita, y al final. Pese a tanta pureza, la protagonista nos voltea la tortilla y sentencia que si que chido, pero ella quiere volverse vampira para estar con su amado para siempre. Claro, es ella quien renunciará a la vida-vida, por un chavo, que medio muerto está. Edward nunca emite un statement de la misma categoría. Él dice, no pues si soy un monstruo, pero pues así son las cosas. La autora de la novela ha ganado millones de dólares y fans con tales ideas, bien por ella, pero, bueno... allá fuera puedo pensar en una o dos personitas que se tomarán Twilight tal vez un poco demasiado en serio... que pensarán que existe el amor incondicional, a prueba de todo, que dura hasta los confines de la eternidad, con un príncipe azul y perfecto y que está a la vuelta de la esquina, y no importa si el candidato es un monstruo... A ver si no se encuentran con Edward cuando esté de malas...
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Ah, y a mis amigas de estudios de género les debería llamar la atención que toda la película haya sido un proyecto escrito, dirigido y protagonizado por mujeres... para sacarle la lana a otras mujeres... bajo premisas, ay no sé, dignas de discutir...